domingo, mayo 24, 2020

Reforzando los inductores del cambio desde los sistemas


En los años de trabajo en hospitales y sanatorios que llevo vividos, he podido apreciar de forma fehaciente la tendencia de las instituciones de salud hacia los procesos de calidad.
También he visto como este fenómeno, generalmente proveniente de experiencias industriales y comerciales, ha contribuido enormemente a la calidad de los servicios que llegan a nuestros clientes, es decir a los pacientes. Esto es algo innegable.
Es así mismo innegable el rol fundamental que cobran los sistemas informáticos en este contexto. Por un lado, guiando los procesos operativos por senderos acotados de forma de gestionar de una forma segura y eficiente la conducta de los operarios. Por otro generando un banco de información integrada y consolidada, capaz de ayudar en la gestión y sostener un proceso de aprendizaje en las instituciones que les permite ser cada vez mejores.
Sobre todo, en lo que respecta al primer roll, es decir que el registro en un sistema-software funcione de por sí como una guía para ayudar al personal de salud en sus funciones operativas, los sistemas han avanzado de una forma impresionante. Generalmente los stakeholders han trabajado junto a los informáticos, dotando a los sistemas de inteligencia capaz de reflejar las restricciones y características de los dominios a los que soporta. Un puntazo de los equipos de calidad en las instituciones de salud.
Pero en lo relacionado al segundo punto, vengo notando desde hace tiempo un esfuerzo, que en mi opinión va en una dirección equivocada.
Rober Kaplan, uno de los creadores del Cuadro de Mando Integral, que ya de por si representa una perspectiva de gestión muy interesante para aplicar en el área de la salud, habla de dos tipos de indicadores: los de resultado y los de actuación.
Los indicadores de resultado permiten medir logros pasados muy concretos. En hemoterapia, por ejemplo, podría ser la cantidad de pacientes que durante el 2019 recibieron una transfusión. O la cantidad de donantes efectivos en un año completo.
Los segundos, a veces un poco olvidados por los sistemas, buscan medir aquellas cuestiones que hemos detectado y que directa o indirectamente mejoran los procesos y nos acercan más a los objetivos para los que existe la institución.
Si un indicador de resultado va a preguntar cuántas transfusiones hubo, uno de actuación va a preguntar si todas esas transfusiones estaban bien indicadas, qué factores de esas transfusiones incidieron en que haya eventos adversos o cuánto tardaron en llegar los hemocomponentes desde que se solicitaron hasta que fueron transfundidos al paciente.
Si el indicador de resultados es el número de donantes efectivos en un año completo, los indicadores de actuación se preguntarán ¿Qué cuestiones influyen en qué prevalezcan más los donantes efectivos sobre los totales? ¿Cómo mejora mi porcentaje de donantes voluntarios repetidos y baja la prevalencia de descartes por serología? ¿Cómo puedo predecir mi demanda para planificar mejor mis colectas de sangre?
Es decir, los indicadores de resultado hablan sobre el pasado, sin embargo, los de actuación hablan sobre lo que estoy haciendo para mejorar el futuro. ¡Es decir que estamos midiendo los inductores del cambio!
Lamentablemente, los inductores del cambio son unos grandes olvidados en la mayoría de los sistemas informáticos del dominio de la salud. Tenemos que recuperarlos, tenemos que apostar a generar sistemas que aporten desde un roll protagonista a los procesos de calidad de las organizaciones de salud.
Hoy existe la tecnología, el conocimiento, la experiencia y las ganas para hacerlo. 
Director en Proyecto Flebes

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