Tras
implantar en 2001 una guía de práctica clínica propia para el manejo de
pacientes con neumonía adquirida en la comunidad que llegan a los servicios de
salud, y a partir de ahí crear una regla de predicción de la evolución de estos,
una investigación defendida en la UPV/EHU y llevada a cabo en el Hospital de
Galdakao-Usansolo y Comarca Interior (OSI Barrualde), en España, ha propuesto el
análisis adicional de ciertos biomarcadores, para identificar con mayor
precisión a los pacientes con riesgo de tener una mala evolución.
La neumonía
adquirida en la comunidad, es decir, aquella que no se adquiere en el ámbito
hospitalario, es una causa importante de morbilidad y mortalidad, con una
incidencia que oscila alrededor de 2-8 casos por cada 1.000 habitantes al año, y
que provoca una mortalidad entre el 10 y el 15% en aquellos pacientes que
requieren ingreso hospitalario, y aún mayor en aquellos que requieren ingreso en
una unidad de cuidados intensivos (UCI). Todo esto “supone una enorme carga para
los sistemas de salud, en términos de visitas al médico de atención primaria y
servicio de urgencias, ingresos hospitalarios, tratamientos médicos y cuidados
en el seguimiento”, explica Pedro Pablo España, jefe clínico de Neumología del
Hospital Galdakao-Usansolo, y autor del estudio, presentado en la UPV/EHU.
“Para
evitar las complicaciones más severas, hay que saber valorar la gravedad que
puede presentar la neumonía en el momento del diagnóstico, porque es muy
importante tratarla precozmente”. Bajo esta premisa, fueron implementando y
desarrollando diferentes protocolos para la valoración y clasificación de los
pacientes con neumonía. En 2001, implantaron una guía de práctica clínica, con
el objetivo de estandarizar la actuación del personal sanitario, y evitar la
variabilidad en los cuidados que existía. “Esto supuso una mejora en los
resultados, y nos permitió almacenar información de los pacientes atendidos”.
Adicionalmente, comenzaron a utilizar unas escalas de predicción de gravedad,
fundamentadas en la predicción de mortalidad, utilizadas universalmente. Estas
escalas, basándose en ciertas variables fisiológicas, como la tensión arterial,
la cantidad de oxígeno en sangre, analíticas o la imagen radiográfica, permiten
identificar a los pacientes con mayor necesidad de monitorización y tratamiento
más agresivo.
Los datos
que fueron acumulando con implantación de la guía de práctica clínica, no
obstante, les permitieron desarrollar e implementar en 2006 una regla predictiva
propia, la SCAP score, que, “tras validarla en diferentes hospitales, pudimos
comprobar que ofrecía resultados sensiblemente mejores que las reglas utilizadas
anteriormente”, explica el especialista en Neumología.
Sin embargo,
dado que incluso la nueva regla presentaba algunas limitaciones, “se vio el
interés por el estudio de ciertos biomarcadores séricos, con el fin de
identificar a los pacientes que se categorizaban como de bajo riesgo, pero que
finalmente evolucionaban mal, asi como aquellos pacientes categorizados como de
alto riesgo, pero que evolucionaban favorablemente. Empezamos a pensar que el
sistema inmunológico de cada paciente reacciona de una forma distinta ante la
misma enfermedad, por lo que pensamos analizar unos marcadores de respuesta del
huésped a la inflamación. Ante cualquier infección, el sistema inmunitario se
defiende produciendo inflamación, para tratar de contener la infección. Pero si
esa respuesta es exagerada, el pronóstico suele ser peor”, comenta.
Tal como
explica el Dr. España, ha podido demostrar que “realizando análisis de ciertos
biomarcadores, sobre todo la procalcitonina (PCT) y con el mejor resultado la
proadrenomedulina (Pro-ADM), asociadas a las reglas de predicción ya conocidas,
se mejoraba el poder predictivo de la regla. Es decir, nos aportaba todavía más
información en casos concretos. Sobre todo en pacientes con un bajo riesgo pero
con un biomarcador alto, nos pone sobre aviso de que algo puede ir mal, y
posibilita la elección más adecuada del tratamiento y lugar de cuidado”.
Pedro Pablo
España Yandiola (Bilbao, 1958) es jefe clínico de Neumología del Hospital
Galdakao-Usansolo, y este estudio ha formado parte de su tesis doctoral,
defendida en la facultad de Medicina de la UPV/EHU. Los procesos de validación y
comparación de las reglas desarrolladas los han podido llevar a cabo en
numerosos hospitales, gracias a la estrecha colaboración con los diferentes
centros sanitarios de Osakidetza y la participación en estudios multicéntricos a
nivel nacional.
(Fuente: UPV/EHU)
Leído en NCyT
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