Argentina producirá la primera insulina recombinante de
Sudamérica en un laboratorio del norte bonaerense, orientada
a unos 300.000 diabéticos insulino dependientes que
requieren inyectarse la hormona en el país, anunció hoy
Eduardo Charreau, presidente de la Fundación Instituto de
Biología y Medicina Experimental (Ibyme-Conicet).
"La relevancia está dada por ser la primera insulina recombinante que se hace en
Sudamérica, cuyo desarrollo completo se hizo a partir de una institución de
investigación básica como el Ibyme", afirmó en diálogo con Télam Charreau,
doctorado en química en la Universidad de Buenos Aires y especialista en
biología molecular.
La planta de los laboratorios Denver Farma "se inaugura en producción el primero
de septiembre, y se calcula disponible en el mercado a principios de 2018",
estimó el investigador.
Con una inversión de diez millones de dólares, la planta se orienta a disponer
de alternativa nacional al mejor tipo de insulina, de cara a los 2,8 millones de
diabéticos que hay en el país, unos 300.000 de los cuales son insulino
dependientes que deben inyectares varias veces al día.
"La diabetes es una pandemia que crece, y afecta al 7% de la población mundial",
informó Charreau.
Para obtener la insulina recombinante se insertan en organismos -como una
bacteria- los recortes del ADN que generan la sustancia, y se los induce a que
produzcan las proteínas de utilidad medicinal.
Para remontarse a los orígenes de la investigación y el desarrollo que arriba
con éxito a la producción, Charreau se remonta "a fines del 96, cuando se creaba
la Agencia de Promoción Científico Tecnológica, el Conicet tenía cerrado el
ingreso a Carrera del Investigador, y había un montón de chicos que se iba al
exterior".
"Nosotros teníamos cien doctorados, y se me ocurrió salir a ver si podíamos
hacer alguna transferencia de tecnología que pudiera servir para la retención de
capacidad formada, y mostrar que la ciencia también podía servir para ayudar a
las finanzas del país", relató.
Así, tuvieron contacto con la empresa Beta, que manejaba el 30 por ciento del
mercado de insulina del país, a partir de extraerla de "páncreas de cerdos y de
vacas y humanizada, que era lo mejor en ese momento".
"Fue la primera hormona que se hizo con ingeniería genética en el país, donde el
mercado estaba copado por los europeos y estadounidenses", contó.
"Los cuatro que logramos empezar en el Ibyme y terminamos siendo más que
especialistas tuvimos como estrategia obtener una metodología para tener en
cantidad insulina recombinante, y potenciar un laboratorio".
Pero Beta no logró armar la planta biotecnológica que era necesaria, con tres o
cuatro fermentadores de diez mil litros cada uno como se requería para abastecer
el mercado local.
Entonces, "cuando ya creíamos que no se seguía adelante, aparecen los
laboratorios Denver Farma, que compran a Beta toda la parte biotecnológica y el
proyecto de insulina, salvando al grupo y avanzando con una efectividad
impresionante".
Charreau dijo que "en dos años, todos los que están en Ibyme van a trabajar a la
planta en Garín".
El camino culmina con "la satisfacción de haber completado todo el proceso,
partiendo de un laboratorio de investigación básica con investigadores recién
doctorados", reivindica el científico.
Charreau prueba nuevamente su certeza de que "todo investigador básico que tenga
algo que transferir, va a ser lo imposible para transferirlo".
"Es cierto que necesitás interlocutores válidos en la interfase academia-empresa
para conversar sinceramente y constantemente, y los contratos se hicieron con
intermediación del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas)", refuerza, ante un devenir del Ibyme con "cuatro moléculas listas
para ser anunciadas en cualquier momento".
Fuente: Télam
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