Es bioquímico y trazó un mapa de conexión de patologías como autismo, trastorno
bipolar y esquizofrenia.
Hallazgo clave de un argentino para tratar trastornos neurológicos complejos. En
acción. El bioquímico Marcelo Coba, recibido en la UBA en 1997, lidera un grupo
de trabajo de la Universidad de Southern California.
Los trastornos neurológicos no son causados por efectos de un gen, como se
especulaba, sino por una colección de mutaciones denominadas factores de riesgo
de enfermedad. En los últimos años, se produjo un gran avance en métodos de
secuenciación de genomas que permitió asistir a pacientes con autismo, trastorno
bipolar, esquizofrenia o retraso mental. Marcelo Coba, un bioquímico argentino
radicado en Los Angeles, pretende establecer las bases genéticas de estos
desórdenes y acaba de publicar junto a su equipo un estudio en la revista Nature
Neuroscience en donde trazó el primer mapa de conexión de estas patologías. Esto
permitirá desarrollar fármacos específicos para cada tipo de afección.
Las neuronas transmiten sus señales a través de la liberación de moléculas de
señalización que son los neurotransmisores. “Logramos trazar el primer mapa que
muestra cómo estos factores de riesgo estarían conectados en lo que se conoce
como una red de interacción proteína-proteína. Este es un concepto que se aparta
de la teoría clásica de vías de señalización, donde la transducción de señales
se da en trayectos lineales. Acá la señalización ocurre en forma de redes
biológicas que no son lineales. En el trabajo describimos miles de conexiones y
por primera vez mostramos como esta interacción de genes (proteínas) cambian a
través del desarrollo neuronal y como se modifican por mutaciones en los
denominados factores de riesgo”, explica Coba, que se recibió de bioquímico en
la UBA en 1997 y es líder investigador del Zilkha Neurogenetic Institute, del
departamento de Ciencias de la Psiquiatría y la Conducta de la Universidad de
Southern California.
Marcelo Coba en los laboratorios de la Universidad de Southern California.Lo
primordial en esta relación es determinar en qué medida estos factores afectan
las propiedades de conexión entre las neuronas. “Estas proteínas son esenciales
para el funcionamiento de la sinapsis y las mutaciones ocasionan una
desregulación de las propiedades de la transducción de la señal. La diferencia
entre autismo, esquizofrenia o retraso mental, no es por mutaciones en sus
componentes, sino por el nivel de daño que provoca esta mutación. Por ejemplo,
una mutación parcial en una proteína X, puede estar asociada a esquizofrenia y
otra disruptiva en la misma proteína X puede estar ligada al retraso mental. Se
trata de un problema más cuantitativo que cualitativo”, indica Coba.
En cuanto al tratamiento, desde el punto de vista farmacológico, hace casi 60
años que se emplean las mismas drogas. Se avanzó en otros campos terapéuticos
como estimulación cerebral profunda, pero en los medicamentos permanecen
estancados. Y, más allá del mayor entendimiento de la genética de estas
enfermedades, esto abre las puertas al desarrollo de métodos que permitan una
mejor evaluación de los pacientes.
“Una de las grandes falencias en este campo es considerar a todos los pacientes
por igual, sin tener en cuenta la variedad de mutaciones que pueden afectar a
cada patología, donde prevalece el concepto de magic bullet (bala milagrosa).
Una concepción distinta sería tratar con medicina personalizada y tener un
perfil más claro del tipo de mutación. Eso permitiría focalizar objetivos
farmacológicos dirigidos contra las redes de señalización afectadas en forma
individual y no en forma generalizada”, sintetiza Coba.
Perfil:
Marcelo Coba se recibió de bioquímico en 1995 y en 1997 terminó Farmacia. En
2003 se unió al Wellcome Trust Sanger Institute (WTSI) de Cambridge, que es el
mayor centro de secuenciación y principal componente en el proyecto de descifrar
el genoma humano. Y en 2011 se mudó a Los Angeles, Estados Unidos.
Fuente: Clarín
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