Ø El plan nacional se gestó hace 5 años, se aprobó en marzo y algunas provincias y efectores de salud lo implementaron.
Ø Uno de los temas sensibles es el manejo público de los datos privados de los pacientes.
La ministra Vizzotti firmó en junio el
convenio para la implementación de la Historia de Salud Integrada en Chubut.
En lo que quizás sea el comienzo del final de un
ciclo de Salud con sus sobresaltos, el Gobierno busca dejar en marcha una pata
clave para la transformación del área hacia la digitalización: la
implementación de la historia clínica electrónica (HCE), ley sancionada en marzo y
reglamentada en julio, que retoma metas definidas en 2018. En estas líneas, en
qué consiste y cómo repercutirá en los pacientes.
Como la telemedicina y las recetas electrónicas, la
historia clínica electrónica se suma a los pilares de la llamada salud
digital, hacia donde todos los países van, en busca de lograr gestiones más
eficientes, inteligentes, expeditivas y austeras, pero con mejores niveles de
acceso, pensando en los pacientes de distintas geografías y estratos
socioeconómicos.
Tener más datos de los pacientes permite, entre
otros beneficios, cruzar variables y sacar conclusiones epidemiológicas muy
útiles para desarrollar políticas preventivas (hacia dónde va la Salud hoy),
pero todo tiene su contracara, ya que está el riesgo de que se haga un mal uso
de esa información. El tema no es menor en Argentina, donde cada tanto se sabe
de vulneraciones informáticas al Gobierno, al propio Ministerio de Salud o, como
pasó hace poco, al PAMI.
Estas cuestiones importan porque hablar de historia
clínica electrónica no solo implica que los médicos de instituciones públicas y
privadas dejen atrás la práctica arcaica de la fichita con manuscritura
incomprensible. Es, principalmente, echar a andar un sistema que se conoce en
muchos países como hub o bus de interoperabilidad.
Un lugar (virtual) donde todos los subsistemas que
acopian historias clínicas digitalizadas de los centros de salud de todas las
provincias puedan “interactuar”.
“En realidad,
interoperar. El requisito, claro, es que exista un código o lengua común;
cumplir una serie de estándares que compatibilicen los distintos sistemas.”
En las provincias hay plataformas locales de digitalización de datos.
Mientras muchos prestadores privados y también
algunas provincias ya tienen sus propios sistemas de HCE, la cartera de Salud
que conduce Carla Vizzoti lanzó, ahora, la llamada Historia de Salud Integrada
(HSI), un sistema o plataforma de historia clínica digital (de código abierto),
disponible para el sector público o para toda aquella obra social o centro de
salud que precise utilizarlo.
La intención, como se dijo, es que los sistemas en
uso se "adapten" al lenguaje común que les permitirá interoperar, y
que los que no tienen historia digital, la implementen.
Los
beneficios de la Historia Clínica Electrónica
Supongamos que Ana se atiende en un hospital o
clínica de La Matanza, pero cuando se va de vacaciones a Calamuchita, Córdoba,
por algún evento, precisa atención médica de guardia. El médico de turno querrá
saber qué medicación toma, si padece alguna patología, si ya tuvo
cuadros así... A través de su propio sistema informático “llamará” los datos de
salud de Ana, y luego dejará asentada, también ahí, la consulta realizada. Así,
todos pueden consultar el historial de salud de Ana y todos pueden, además,
“engrosarlo”.
El paciente, a su vez, dejará de cargar esas
bolsitas de mango cortante, con sus papelitos llenos de estudios de
laboratorio, radiografías, tomografías, informes de esto y aquello, de acá para
allá.
Ahora bien, como los datos de salud son
considerados confidenciales, surgen algunas dudas respecto de cómo se
instrumentará todo esto.
El objetivo es que los médicos puedan acceder
a los datos médicos del paciente cuando lo necesiten. Foto: Shutterstock.
Compartir
datos de salud: riesgos y beneficios
El tema de los datos personales es importante, en
un país donde existen bases oficiales con información ciudadana privada, compartidas
de manera pública.
Y, en general, nadie anda por ahí compartiendo que
por ejemplo debe tomar medicación psiquiátrica por un trastorno
obsesivo-compulsivo, se ha sometido a una vasectomía o apelado al derecho de la
interrupción voluntaria del embarazo.
La ley es clara: los datos de salud son del
paciente y la guarda de esa información está a cargo del prestador de salud.
Pero, ¿el hub “interoperabilidad” permitirá que todas las
instituciones y médicos tengan acceso a los datos de salud de todos? ¿Qué parte
podrá decidir el paciente?
La Historia
Clínica Electrónica en otros países
Clarín habló por escrito con el Ministerio de Salud, desde
donde Fabián Puratich, subsecretario de Integración de los Sistemas,
respondió algunas preguntas por escrito (se comentarán debajo). Luego de enviar
un listado de repreguntas donde se solicitaban más precisiones, al principio
fue imposible concertar otro espacio de diálogo (por problemas de agenda), pero
luego se cortó toda comunicación con el funcionario.
Apenas se reglamentó la ley, Clarín habló
con Rubén Torres, ex superintendente de Servicios de Salud; con Hugo
Magonza, director general del Cemic; y con dos fuentes que pidieron
reservar su nombre: el director médico de un importante sanatorio porteño y una
persona considerada “impulsora fundamental” de la salud digital en la
Argentina.
La evaluación fue unánime: implementar la Historia
Clínica Electrónica es clave y, respecto de la ley local, hubo coincidencia en
que faltan precisiones, pero es un primer paso necesario.
Sin embargo, Clarín quería saber algo bien
específico y no fue posible averiguarlo: entender si la concreción del plan
será, por ejemplo, similar a como es en Francia, donde los usuarios
habilitan a su gusto el acceso a la historia clínica electrónica personal,
autorizando a determinados médicos desde su teléfono o computadora.
O si, en cambio, funcionará como en Uruguay, donde
está la posibilidad de que la historia clínica sea compartida con los
establecimientos de salud de la localidad propia, y para toda otra
gestión por fuera de esa geografía, corren tres niveles de autorización que
el paciente ya debería haber dado, dijeron desde el Ministerio de Salud de ese
país.
“El primero solo permite que otros médicos
registren un evento. El segundo, que entren y vean mi historia, además de
registrar un evento. En el tercero, que entren y registren un evento, pero
también pueden usar mi información con fines de investigación. Funciona
bastante bien”, evaluaron.
No hay una sola forma de implementar la historia
clínica electrónica. Una de las fuentes opinaba que lo lógico sería que el
personal de salud tuviera permisos acotados, empezando por "poder ver
dónde hay guardada información del paciente (en qué subsistema/institución) y
en qué fecha fue incluida esa información en la historia, pero no
necesariamente poder ver la información en sí, salvo que el paciente lo
autorice".
Los datos
digitales y el riego de vida
En cambio, si el paciente entra inconsciente a la
guardia y no hay autorización de acceso a su historia clínica, es unánime que
los médicos deberían poder ver la ficha médica para -por ejemplo- saber qué
medicación toma la persona y no indicar un tratamiento perjudicial.
Desde Uruguay remarcaron que “el médico tiene
normativa que lo ampara para entrar a leer la historia clínica, cubrir el
evento puntual y salir, o sea, perder el acceso. Esto, siempre que haya peligro
de vida”.
En Perú, la ley de historia clínica electrónica fue
sancionada hace diez años. Sin embargo, "no es fácil", explicó el
experto en salud digital Walter Curioso (médico especializado en
informática biomédica y máster en salud pública por la Universidad de
Washington, Estados Unidos), quien aclaró que, “al 2020, la implementación solo
había alcanzado el 15% de los establecimientos”. Y, como en los casos anteriores,
en Perú cada paciente autoriza de manera expresa qué médicos pueden leer
su historia clínica.
Qué dijeron
en el Ministerio de Salud
En el decreto 393/2023 que reglamentó la ley 27.706
(“Programa Federal Único de Informatización y Digitalización de Historias
Clínicas de la República Argentina”) faltan precisiones y por eso Clarín
trasladó algunas preguntas al Ministerio.
Con respecto a la participación del paciente en la
toma de decisiones, se consultó si habrá una suerte de app para
autorizar a gusto el personal que tendrá acceso a la HCE. La respuesta no fue
muy clara: “El paciente es el dueño de su historia clínica y cuando concurre a
la consulta se accede a través de su número de DNI. Por lo tanto, si va a la
consulta es quien a través de la validación de su identidad permite el
acceso”.
Dado que cualquiera puede tener el número de DNI de
un tercero y no detallaban si se contará con una clave, si la autorización es
inmediata o lleva días, se pidieron más precisiones a Fabián Puratich,
responsable del área. Al cierre de esta nota no se habían respondido las
consultas.
Considerando que muchos prestadores y, mismo,
provincias enteras cuentan con sistemas de historia clínica digitalizada, se
preguntó qué porcentaje del sistema de salud está en condiciones de amoldar sus
plataformas para interoperar con el famoso “bus”, y cuánto tiempo llevará
concretarlo.
La respuesta, textual, fue que “se está llevando
adelante el censo de los datos, la ley no dice que debe ser inmediato, sino que
se debe llevar adelante la adaptación para que los sistemas sean
interoperables”.
En cuanto a la Historia Integrada de Salud (el
sistema público de historia digital), especificaron que “siete
jurisdicciones la están implementando con más de 500 efectores.
Además, adhirieron a través de la COSSPRA las obras sociales provinciales, la
IOSFA, CADIME y algunas obras sociales provinciales en forma individual”.
Se preguntó por el cuidado de los datos personales.
Porque, ¿quién sería responsable ante una vulnerabilidad en el seno del bus de interoperabilidad?
“Los responsables de los datos son cada uno de los efectores donde se
cargan los mismos”, dijeron desde el Ministerio.
El ahorro
de digitalizar la salud
El medio vaso lleno existe. Entre los estudios
internacionales que subrayan el ahorro de los procesos de digitalización en
salud está uno del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de 2022,
con el que vale la pena cerrar estas líneas.
Se titula “Estudio sobre la salud digital
como oportunidad para Latinoamérica y el Caribe”. Para 2030, dice, el
ahorro mundial por implementar la telemedicina podría llegar a 1.700 millones
de litros de combustible usado para traslados y más de 66.000 millones de
dólares al liberar espacio que podría destinarse a otros fines.
“La telemedicina no es algo nuevo; entre 2005 y
2016, países que invirtieron en asistencia remota pública alcanzaron resultados
sorprendentes, con tasas de 70-80% de transferencias evitadas de pacientes a
centros de salud especializados o de mayor complejidad y ahorros de 10-15%
en el presupuesto municipal de salud y de más de 10 millones de segundas
opiniones en electrocardiogramas y exámenes de imágenes”, afirma el trabajo.
El plan que se está poniendo en marcha en Argentina
se remonta a por lo menos cinco años atrás, cuando salió publicada la “Estrategia
Nacional de Salud Digital 2018-2024”. Como dice el BID, “un sistema de
salud nacional completamente interoperable puede lograr beneficios económicos
importantes, con un ahorro neto que parece alcanzar el 5% del gasto total en
Salud, sin tomar en cuenta los costos indirectos derivados de proveer mejor
atención médica y los costos de acciones judiciales prevenidas”.
Parece tiempo de concretar las medidas anunciadas.
Fuente: Clarín
- Sociedad
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