El uso de la tecnología en la atención domiciliaria es un tema en boga, con un
mercado que crece de manera importante pero que no acaba de consolidarse.
¿Por qué?, ¿cuáles son las claves para asegurar su éxito?
No hay duda de que el mercado de las tecnologías aplicadas a la atención a
domicilio está en plena efervescencia y su crecimiento parece que no tiene fin.
No obstante, este crecimiento se está realizando de una manera un tanto
desordenada -por no decir caótica- y el mercado no acaba de consolidarse.
Al analizar los mercados de nuestro entorno constatamos su distinto grado de
madurez, a saber:
·
Actualmente, el mercado más maduro es el de la tele-alarma (o tele-asistencia de
primera generación). Esta forma de tele-asistencia está disponible en la mayoría
de países de nuestro entorno, utilizándose de manera regular.
·
Los modelos de tele-alarma avanzada (en los que hay dispositivos activos que
automáticamente recogen información ambiental o del paciente) están, sobre todo,
presentes en los mercados del Reino Unido, aunque hay también experiencias
interesantes en Alemania y en España.
·
Los modelos de tele-salud (orientados principalmente a la gestión activa de las
enfermedades crónicas) están, en general, poco desarrollados a nivel de mercado,
aunque es cierto que el número de proyectos asociados a éstos es muy elevado.
·
Los modelos asociados a las tecnologías domóticas (también llamados Ambient
Assisted Living) los encontramos más habitualmente en los países nórdicos y en
Holanda, aunque, como en el caso anterior, hay también una miríada de pequeñas
experiencias.
·
Finalmente, un modelo emergente es el asociado a las aplicaciones móviles (el
mHealth), con nuevas apps cada día, siendo la salud una de las áreas de mayor
desarrollo.
Está claro que hay un conjunto de barreras, comunes en la mayoría de países, que
no facilitan que estas tecnologías se conviertan en prestaciones “main stream”,
como, por ejemplo:
·
No hay un consenso sobre cuándo una tecnología aporta valor y sobre qué
variables analizar (con resultados a veces contradictorios entre los estudios
realizados).
·
Los aspectos éticos y de respeto de la vida privada de las personas son siempre
espinosos, asociados además al poco desarrollo de las normas y leyes necesarias.
Los sistemas de financiación, los cuales no están normalmente adaptados a los
nuevos modelos de atención que se desarrollan utilizando estas tecnologías.
Diversas señales nos indican que algo no se está acabando de hacer del todo
bien, entre las que cabe destacar dos:
·
La “pilotitis”: el número de proyectos piloto referentes a la utilización de
tecnologías en el ámbito domiciliario es muy elevado y parece que el término
“piloto” no acabe de desaparecer.
·
La “gadgetización”: sin duda muchas de las tecnologías y aplicaciones que
periódicamente se lanzan son muy atractivas para los amantes de la tecnología,
pero, ¿son de utilidad para los usuarios finales?
De hecho, en Europa los proyectos de tecnología aplicados a la atención a
domicilio han sido, durante mucho tiempo, considerados como proyectos de
innovación en los que la motivación principal era la tecnológica y la
importancia clínica era menor. Además, la financiación ha favorecido muchas
veces a las start-ups o a las pequeñas empresas, aspecto que ha hecho más
difícil el desarrollo de proyectos de envergadura.
Creemos que la clave para que las tecnologías aplicadas a la atención a
domicilio se consoliden es hacerlas desaparecer, es no hablar de ellas, es
hablar de prestaciones clínicas y, en un segundo término, explicar que para el
desarrollo de estas prestaciones se dispone de un soporte tecnológico. Pero al
fin y al acabo lo importante es el resultado clínico, y no la tecnología per se,
la cual ha de ser transparente para el usuario.
En conclusión, hablemos de prestaciones clínicas con soporte tecnológico, no de
prestaciones tecnológicas.
Leído en Antares Health Lines
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