A partir de datos como la edad, el índice de masa corporal o la tendencia a formar trombos, la herramienta determina con una precisión del 98% si el paciente tiene riesgo de alguna complicación.
(Infobae) Hace tres años, Williams Erik Bukret, un especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (MN: 99738) nacido en Santiago del Estero, graduado en la Universidad Nacional de Córdoba, perfeccionado en Estados Unidos y con consultorio en Puerto Madero, recibió a través de Facebook la consulta de una mujer de 40 años que quería hacerse una intervención estética. No llegó a completar la evaluación y perdió el rastro de la paciente, quien terminó siendo operada por un colega. Fue una catástrofe. A través de las redes se enteró luego de que había fallecido por una complicación de la cirugía.
“Me quedé helado”, evocó Bukret en diálogo
con Infobae. “La mujer tenía dos hijos, una vida por delante… Me
pregunté: ¿Yo habría podido anticiparlo? ¿Tenía alguna herramienta fina
para predecir ese riesgo?”
El episodio sería la génesis de un desarrollo
asistido por inteligencia artificial para definir la probabilidad de
complicaciones que, según Bukret, permite objetivar en tiempo real esa
evaluación previa y reducir el error humano en la recolección y el análisis de
los datos de los pacientes, discriminando con más precisión cuándo la cirugía
es suficientemente segura y cuándo debería posponerse hasta corregir ciertos
factores de riesgo.
El algoritmo fue presentado días atrás en “Plastic
and Reconstructive Surgery– Global Open” (PRS-Global Open), la publicación
oficial de acceso abierto y revisión por pares de la American Society of
Plastic Surgeons (ASPS). Y Bukret, quien es miembro titular de la Sociedad
Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (SACPER) y de otras seis
sociedades científicas nacionales e internacionales, también contempla
presentarlo en octubre durante el congreso anual de la ASPS, en Atlanta,
Estados Unidos.
“Estoy enamorado de lo que hice, porque resulta de
enorme utilidad. Es muy fácil ver el potencial que tiene”, se entusiasmó
Bukret, quien también cree que la herramienta (que ya está disponible para
descargar desde Play Store para Android) podría ser aplicable a otro tipo de
cirugías.
Abanico de posibilidades
Según las últimas estadísticas de la International
Society of Aesthetic and Plastic Surgeons (ISAPS), las cinco
intervenciones quirúrgicas estéticas más frecuentes en el mundo siguen siendo
el aumento de pecho, la liposucción, la cirugía de párpados, la abdominoplastia
(reducción del abdomen) y la rinoplastia, con un fuerte crecimiento del aumento
y elevación de las nalgas.
Todos esos procedimientos son seguros cuando se
realizan con cirujanos plásticos acreditados. Según estudios internacionales,
las tasas de complicaciones menores (como hematomas e infecciones) son
inferiores al 1%. La mortalidad es mucho más baja: 1 en 13.000 para
abdominoplastias; 1 en 20.000 para el aumento de nalgas; y 1 en 38.000 para
liposucciones, según recoge un reciente editorial en PRS-Global Open.
Sin embargo, cada vez que se presenta una
complicación posoperatoria seria en un o una paciente que “simplemente” había
querido mejorar su aspecto, suenan todas las alarmas. ¿Por qué ocurrió? ¿Acaso
pudo haberse identificado ese riesgo?
Bukret señaló que las herramientas actuales
para estratificar ese riesgo y optimizar el pronóstico son “demasiado burdas”,
poco específicas. Hay recomendaciones de comités de expertos de sociedades
médicas y, más recientemente, se propuso una tabla de clasificación del riesgo
en el Primer Foro Mundial de Seguridad en el Paciente de Cirugía Plástica,
realizado en Fortaleza, Brasil, en 2016. Todas ellas se basan en cuestiones
tales como la edad, el índice de masa corporal, el tabaquismo o el área
corporal a intervenir.
Pero “hay un abanico de posibilidades” y las
escalas no dan cuenta de todos los matices y las combinaciones posibles,
aseguró Bukret. “Un paciente atlético de 62 años quizás entra como riesgo alto
solamente por la edad. Al final, muchos cirujanos de experiencia terminan
decidiendo la seguridad del procedimiento por la intuición. Eso a mí me
desvelaba. ¿Cómo se podía afinar la puntería?”.
La solución se la apareció mientras estaba
haciendo una Maestría Ejecutiva en Administración de Negocios (EMBA) en la
Universidad Di Tella y tomó un curso de minería de datos (data mining). “Para
armar la herramienta, empecé a hacer inteligencia artificial, aprendizaje
automático (machine learning), programación en Python… Y durante la pandemia,
como se suspendieron las cirugías, tuve seis meses para trabajar enfocado en
esto”, dijo Bukret.
En una primera etapa, el cirujano revisó la
literatura médica e identificó los principales factores de riesgo que
correlacionan con complicaciones para los distintos procedimientos. Por
ejemplo, infecciones, hemorragias, acumulación de líquido debajo de la piel,
coágulos en las venas o dehiscencia (cuando se sueltan los puntos y se abren
las heridas).
Luego, en función de esos hallazgos, Bukret
desarrolló un algoritmo predictivo de riesgo que entrenó y puso a prueba con
una base de los datos clínicos y de evolución de sus propios pacientes: 372
operados entre 2015 y 2020 en 19 tipos de procedimientos distintos, incluyendo
aumento de mamas (18%), liposucción (16%), cirugía de párpados (10%),
abdominoplastia (8%) y rinoplastia (7%).
¿El resultado? Un algoritmo práctico que, a partir
de datos como la edad, el índice de masa corporal, antecedentes de
enfermedades, tabaquismo y una escala que mide la tendencia a formar trombos,
resalta los factores de riesgo alterados y determina con una precisión del 98%
si pacientes de 16 a 67 años tienen un riesgo bajo, moderado o alto de
complicaciones.
A partir de esa estratificación, “uno puede
planificar los pasos a seguir. Si directamente no opera; si lo hace en un
sanatorio de alta complejidad; si puede hacer cirugías combinadas o no; o si se
aprovecha la oportunidad para educar al paciente y proponerle la intervención
solo cuando modifique los factores de riesgo: que vaya al cardiólogo, que
cambie el estilo de vida, que baje de peso o que deje de fumar”, enumeró
Bukret.
La herramienta también puede alertar sobre la
sospecha de un trastorno dismórfico corporal o dismorfofobia: una percepción
distorsionada del propio cuerpo que hará que los pacientes nunca se queden
satisfechos con los resultados de cualquier procedimiento estético.
Según Bukret, los beneficios del software son
múltiples: previene complicaciones; aumenta la satisfacción de los pacientes;
educa sobre seguridad de los procedimientos; y reduce costos para los
pacientes, los cirujanos plásticos y el sistema sanitario.
Leído en Consenso
Salud
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