¿Crees
que es posible un mundo en el que robots microscópicos, apenas del tamaño de
una mota de polvo, navegan por nuestro torrente sanguíneo, diagnostican
enfermedades antes de que se manifiesten y administran tratamientos precisos a
las células afectadas?
No
es el argumento de una película de ciencia ficción, es el objetivo real de la
aplicación de la nanorobótica en el ámbito de la medicina.
El
crecimiento del mercado de nanorobots en los últimos años ha sido
extraordinario, y se espera que en el futuro inmediato crezca de manera
exponencial. De acuerdo con Verified Market Research, el mercado mundial
de la nanotecnología estaba valorado en $10.63 billones en el año 2022, y las
previsiones indican que en 2030 llegará a $31.4 billones. Estos datos son muy
importantes y se relacionan directamente con el ámbito de la salud.
Según
Naciones Unidas, los nanorobots representarían una importante solución para dar
respuesta a las necesidades sanitarias de más de 5 mil millones de personas que
podrían carecer de acceso a servicios esenciales de salud en el año 2030.
Los
nanorobots son robots minúsculos, a menudo más pequeños que el ancho de un
cabello. Su diámetro puede ir de aproximadamente 0,5 a 3 micrómetros (1
micrómetro = 0,000001 metros) y están construidos con piezas que pueden
tener un rango de dimensiones de 1 a 100 nanómetros (1 nanómetro = 0,000000001
metros), invisibles para el ojo humano.
La
creación de estos nanorobots a nivel molecular exige de tecnología de
vanguardia e investigación avanzada, ya que están compuestos por cadenas de
átomos y utilizan computación cuántica y analítica avanzada para operar, por lo
que habitualmente se desarrollan en conjunto por empresas tecnológicas, centros
de investigación y universidades con equipos multidisciplinares de físicos,
ingenieros, programadores e investigadores.
Estas
máquinas minúsculas pueden recopilar y procesar datos utilizando energía
externa, y tienen la capacidad de poder navegar por nuestro cuerpo mediante
mecanismos magnéticos, químicos, ultrasonidos o luz, con una precisión
excepcional, detectando y tratando enfermedades.
Aunque
son muy pequeños, los nanorobots pueden enviar señales eléctricas desde las
computadoras directamente a nuestros órganos, moverse suavemente e ir
directamente a determinadas células, detectar problemas e incluso realizar
cirugías por sí solos, haciendo, por tanto, que la administración de
medicamentos sea más precisa, se detecten enfermedades mucho antes de que
muestren síntomas y que las cirugías puedan ser mucho más seguras.
Los nanorobots
utilizados en la investigación médica están allanando el camino para
descubrimientos innovadores y técnicas terapéuticas novedosas.
>>>>>> Continuar leyendo en la siguiente publicación.
David Castro González
Innovación
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Investigación Biomédica | Finanzas y Negocios
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