En estudios in vitro, investigadores de La Plata (Argentina) lograron desarrollar un apósito multipropósito de bajo costo que libera antibióticos de manera controlada y puede inhibir dos bacterias que originan infecciones potencialmente letales: Staphylococcus aureus y Pseudomonas aeruginosa.
“Podría ser empleado para evitar infecciones microbianas cuando la integridad de la piel ha sido comprometida, como ocurre en el caso de heridas cortantes, quemaduras y accidentes”, afirmó a la Agencia CyTA-Leloir Guillermo R. Castro, director del Laboratorio de Nanobiomateriales (NBM) del Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI), con sede en La Plata.
Junto a colegas de Mar del Plata y de Brasil, los científicos del CINDEFI, una institución que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), crearon un apósito que integra un antibiótico de amplio espectro (ciprofloxacina) y un polímero obtenido del desecho de crustáceos que se denomina quitosano. Sobre ese material aplicaron muestras de Staphylococcus aureus y Pseudomonas aeruginosa y comprobaron una efectividad antimicrobiana del 95-99% luego de 6 horas.
Asimismo, Castro y su equipo pusieron en contacto los apósitos con células humanas (fibroblastos) para determinar si existía toxicidad celular. “Para nuestra alegría, comprobamos que no es tóxico”, afirmó el también investigador superior del CONICET. Y agregó: “Otra ventaja del apósito de celulosa bacteriana es que, dado que el quitosano posee actividad antimicrobiana per se, sería posible usar dosis más bajas de antibióticos, lo cual evita potenciales efectos tóxicos”.
Mediante un apósito de celulosa bacteriana con quitosano y un antibiótico de amplio espectro (ciprofloxacina), los científicos de La Plata, de Mar del Plata y colegas de Brasil inhibieron el crecimiento de las bacterias Pseudomonas aeruginosa (verde) Staphylococcus aureus (amarillo). (Foto: Agencia CyTA-Fundación Leloir)
Los científicos platenses creen que, de llegar al mercado, el apósito podría tener bajo costo. “Pero antes es necesario cumplir una serie de etapas en animales de laboratorio y posteriormente, bajo protocolos establecidos por un cuerpo médico y con estándares internacionales de calidad y sanidad, realizar pruebas en seres humanos”, indicó Castro, quien también es Profesor titular de la UNLP.
El estudio fue publicado en “International Journal of Biological Macromolecules” y también participaron los doctores Maximiliano Cacicedo y German Islan del grupo de Castro; la profesora Vera Álvarez del Instituto de Investigación en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Mar del Plata; y el profesor Hernane Barud y el doctor Guilherme Pacheco, de la Universidad de Araraquara, en Brasil.
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