El Design Thinking es un método
creativo cada vez más popular entre las empresas de todo el mundo y que, en
estos últimos años, también se ha incorporado en el sector sanitario.
En general, existe la creencia
que es una disciplina desarrollada por la consultoría de diseño IDEO que
gracias al artículo “Design Thinking”, publicado el año 2008 en la Harvard
Business Review, popularizó el concepto. [1]
Sin embargo, los orígenes de
esta metodología los encontramos en la escuela de diseño Bauhaus y
posteriormente en el amplio desarrollo que tuvo en los países nórdicos después
de la exposición “The Stockholm Exhibition”, sobre artes, oficios, mobiliario y
arquitectura.
En la cultura democrática
colaborativa de estos países nórdicos es donde se desarrolló el nuevo enfoque
del diseño como método participativo donde todas las partes implicadas en el
problema o necesidad a resolver – social, educativa, cultural, etc.- colaboran
en su solución y con el rol del diseñador como facilitador.
El resultado será el
establecimiento de las bases de lo que hoy denominamos como Design Thinking: un
proceso que se centra en las personas y la aplicación de dinámicas empático-
creativas, el trabajo en equipo, y un enfoque del proyecto basado en las necesidades
del usuario.
Hoy en día, son ya varias las
organizaciones en el ámbito sanitario que utilizan el Design Thinking con el
objetivo de facilitar la innovación mediante la exploración y generación de
soluciones para servicios, productos, aplicaciones digitales, etc., y con el
propósito de mejorar la experiencia de paciente.[2]
Pero, más allá de ayudarnos en
la resolución de problemas y retos de forma creativa, ¿qué nos aporta el Design
Thinking para el sistema sanitario?
La aportación
de valor del Design Thinking al sistema sanitario
Una de las aportaciones clave
es el hecho que permite a los equipos de profesionales ir más allá del
pensamiento deductivo lineal.
Posibilita la integración de un
enfoque más interdisciplinario y creativo, centrándose en las personas usuarias
(pacientes, familias y profesionales), y con ello se consigue potenciar la
innovación y la mejora continua desde la centralidad de sus necesidades y
preferencias.
Además, nos ayuda
facilitándonos:
- La empatía con las personas usuarias. Priorizando la empatía por los usuarios finales, prestando especial atención a sus problemas y necesidades. Permite practicar la escucha activa y la observación empática, lo que facilita ponerse en sus zapatos y crear nuevas conexiones para la creación de valor.
- La comprensión del problema. Facilitando un enfoque más exhaustivo y holístico, desde la perspectiva y experiencia de los usuarios y las distintas partes interesadas – los que más saben de sus necesidades. Favorece el pensamiento sistémico, conectando el pensamiento creativo y el analítico.
- Generar soluciones más eficaces. Permitiendo idear soluciones más adaptadas a los destinatarios pues nacen de sus necesidades, poniendo al usuario final en primer lugar y como la principal consideración. Posibilita la comprensión de lo qué quieren los usuarios y el por qué, conectando mejor las soluciones con sus necesidades reales.
- Desarrollar procesos colaborativos. Involucrando a pacientes, familiares, profesionales de la salud y proveedores en dinámicas colaborativas para generar ideas de forma colaborativa. Favorece el trabajo colaborativo con equipos diversos (investigadores, diseñadores, arquitectos, profesionales sanitarios, ingeniería, comunicación, etc.) y conectar el conocimiento multidisciplinar.
- Abordar problemas de manera rápida. Trabajando de forma ágil e iterativa para poder descartar tempranamente aquellas ideas y opciones que no conducirán a una solución real del problema. Fomenta la cultura de prueba y error, y la mejora constante.
- Minimizar el riesgo y costes. Prototipando las ideas y posibles soluciones con la inclusión temprana de los pacientes y principales agentes se consigue validar y ajustar las opciones, gracias al constante feedback sabiendo rápidamente si tiene sentido la solución. Proporciona conocimiento operativo al identificar posibles obstáculos de implementación, minimizando los costos y riesgos de cambios en etapas más avanzadas.
- Crear conexiones y romper silos. Compartiendo la información de forma visual e inspiradora con personas diferentes dentro y fuera de nuestros equipos permite relacionar los conocimientos que tenemos cada persona. Cuanta más diversidad más amplia será la red de pensamiento conjunto y mayor la probabilidad de que surjan las conexiones improbables.
- Pensar “fuera de la caja” y salir de la zona de confort. Usando la imaginación para visualizar soluciones no convencionales y considerando opciones no obvias más allá de los patrones y métodos convencionales. Idear desde diferentes perspectivas y en base a las necesidades de los usuarios permite encontrar soluciones innovadoras y originales.
- Hacer visible las ideas o conceptos complejos. Visualizando los conceptos con imágenes sencillas, simples y directas. Creando storytelling, se facilita la comprensión de ideas complejas o intangibles, con mucho menos esfuerzo mental para interpretar, comprender e inspirar. Beneficia un lenguaje común, hacer las ideas palpables, transmitir una idea rápidamente o visualizar posibles soluciones, cambios y aspectos a mejorar o refinar.
- Crear motivación y sentido de propiedad. Trabajando de forma colaborativa y en equipo, desde la visión de los que serán los usuarios principales de la futura solución, permite inspirar y trabajar alineándose a un reto, en confianza y colaboración. Contribuye a que se provoque entusiasmo, participación y contribución de todas las personas interesadas y usuarias de la futura solución.
- El empoderamiento del paciente. Promoviendo el rol activo de los pacientes, y no solo como objeto de estudio, se fortalece su derecho y capacidad de aportar su voz, ideas y validar las propuestas e intervenciones sobre su propia salud. Favorece el hecho que asuman un rol más activo en su cuidado.
- El ofrecer una mejor atención y centrada en el paciente. Generando las soluciones para y con los pacientes y profesionales, desde su perspectiva, experiencia y necesidades facilita una atención más efectiva y centrada en el paciente. Posibilita el generar soluciones consecuentes con sus experiencias y realidad mediante la posibilidad de “caminar en sus zapatos”.
El efecto del
Design Thinking en los profesionales y la organización
A nivel de la cultura de la
organización, en general existe consenso en el hecho de que la aplicación del
Design Thinking nos aporta cambios de perspectiva y de comportamiento entre los
profesionales, básicamente en relación a las reacciones emocionales positivas,
la actitud y la confianza. [3]
Esto facilita una mayor
“conexión humanista” hacia los pacientes y una mejor comunicación no solo con
los pacientes sino también con el resto del equipo.
Por otra parte, nos ayuda a que
las personas tengan una mayor orientación a la innovación, facilita la
incorporación positiva del prueba-error y una mayor asunción de riesgos en los
equipos. También, el tipo de actividades y dinámicas que permite desarrollar el
Design Thinking contribuyen a construir una cultura y un ambiente de trabajo
creativo y dinámico, abierto e inclusivo, seguro, sin prejuicios y empoderador.
Es importante recordar que la
aplicación del Design Thinking implica distintos principios, actividades y
herramientas que podemos aplicar en nuestros proyectos de experiencia de
paciente para su mejora continua e innovación. Sin embargo, debemos ser conscientes
de la importancia de los mecanismos de funcionamiento de estos principios para
conseguir buenos resultados. Por ello, sin ninguna duda, un aspecto clave es
el mindset y actitud de los profesionales implicados en los
proyectos. En cualquier centro sanitario aplicar el Design Thinking no es solo
una cuestión de implicar a los profesionales de la medicina o de la enfermería
sino de personas capacitadas para funcionar en términos de apoyar y facilitar
este proceso creativo. Además, requiere que se proporcione información
transparente y accesible y se anime en todo momento a los pacientes, familias y
profesionales a participar y hacer preguntas.
Como conclusión debemos
recordar que el Design Thinking propone un modelo dialógico para la cocreación
de valor[4] donde las claves son la
igualdad, junto a la construcción de conocimiento recíproco y la apreciación
mutua de experiencias, opiniones, emociones, y necesidades de cada
participante. El co-diseño con nuestros usuarios (pacientes, familias,
cuidadores, proveedores y profesionales) nos ayuda a crear una experiencia de
paciente y un sistema sanitario más empático, y mucho más humano.
Referencias
[1] Brown T. “Design thinking”.
Harvard Business Review, 86, 6 (2008), 84-92.
[2] Ku B., Lupton E. (2022),
Health Design Thinking. The MIT Press.
[3] Davies J., Sampson M., Beesley
F., Smith D. and Baldwin V. (2014), “An evaluation of Knowledge and
Understanding Framework personality disorder awareness training: can a co‐production
model be effective in a local NHS mental health Trust?”, Personality and Mental
Health, Vol. 8 No. 2, pp. 161-168.
[4] Vinyets J. (2012), “Cocreació
la mirada antropològica: una palanca d’innovació”. Revista d’etnologia de
Catalunya, ISSN 1132-6581, Nº. 38, 2012, págs. 66-75.
Por: Joan Vinyets i Rejón
Fuente: La Gestión
Importa
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