En muchas empresas, el departamento de IT vive en un ciclo operativo que no debería ser habitual: proyectos urgentes que nacen “por sorpresa”, incidencias críticas que aparecen en el peor momento y fallos heredados que llevan años esperando turno, como si fueran parte del mobiliario. Con este escenario, la mejora continua desaparece y el equipo funciona en modo supervivencia eterna.
Esto no es falta de conocimiento
técnico. Es un modelo operativo que invita al caos.
Cuando todo es urgente, nada es
prioritario
La presión constante por entregar
“para ayer” convierte cualquier planificación en una especie de mitología
interna. El equipo salta de un incendio a otro y el backlog sirve más para
decoración que para gestión. Lo inmediato gobierna, lo importante espera
sentado.
Los efectos colaterales del modo
reacción
Este funcionamiento tiene
consecuencias claras:
•
Mantenimiento que se pospone hasta
nuevo aviso… que nunca llega.
•
Herramientas críticas sin seguimiento,
esperando milagros.
•
Incidencias que vuelven como secuelas
de una película que nadie pidió.
•
Usuarios frustrados porque “no
funciona nada” justo cuando más lo necesitan.
•
Decisiones rápidas que luego generan
más trabajo, más riesgos y más café.
IT pasa de ser socio estratégico
a convertirse en un servicio de emergencias internas que opera 24/7 sin
sirenas, pero con el mismo estrés.
Por qué desaparece la mejora
continua
La mejora continua no ocurre por
inspiración divina. Necesita:
•
Tiempo para analizar.
•
Tiempo para documentar.
•
Tiempo para optimizar.
•
Tiempo para corregir.
Si ese tiempo no existe, lo que
aparece es una rueda infinita de incidencias, parches y promesas de “cuando
pase esta urgencia” que jamás se cumplen.
La deuda técnica crece, la
eficiencia cae y el equipo empieza a hablar del backlog como si fuera una
leyenda urbana.
Qué tiene que cambiar
Salir del modo supervivencia
requiere un cambio serio:
•
Backlog gobernado y priorizado, no una
lista de deseos del negocio.
•
Bloques de mantenimiento protegidos
como si fueran un activo crítico, porque lo son.
•
Capacidad reservada para mejora
continua, planificada y respetada.
•
Alineación real entre negocio y IT,
basada en impacto y sostenibilidad.
•
Cultura de prevención, para que el
incendio no empiece cada lunes a las 9:00.
Reflexión final
Si IT vive apagando
incendios, la mejora continua no tiene espacio. No porque el equipo no quiera,
sino porque el entorno lo impide. Y mientras este modelo no cambie, el coste
seguirá creciendo: ineficiencia, desgaste y pérdida de valor tecnológico.
El futuro no se construye desde la urgencia permanente. Se construye con gobernanza, priorización y tiempo para mejorar.

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