En un nuevo estudio se ha comprobado que dos cepas de bacterias, una resistente a un antibiótico, y la otra a otro distinto, pueden protegerse entre sí en un entorno que contenga los dos fármacos.
Lo encontrado demuestra que
el mutualismo, un fenómeno en el que especies diferentes se benefician de sus
interacciones entre sí, puede ayudar a ciertas bacterias a formar comunidades
resistentes a fármacos.
Esta es la primera
demostración experimental en microbios sobre un tipo de mutualismo conocido como
protección cruzada, que se ve mucho más habitualmente en animales.
El equipo de Jeff Gore,
Eugene Yurtsev y Arolyn Conwill, del Instituto Tecnológico de Massachusetts
(MIT), en Cambridge, Estados Unidos, se centró en dos cepas de E. coli, una
resistente a la ampicilina y la otra al cloranfenicol.
Estas bacterias y muchas
otras se defienden de los antibióticos produciendo enzimas que los descomponen.
Como efecto secundario, esto protege también a células cercanas que no producen
esas enzimas, ya que el antibiótico desaparece del entorno.
El mutualismo, un fenómeno en
el que especies diferentes se benefician de sus interacciones entre sí, puede
ayudar a las bacterias a formar comunidades resistentes a fármacos. La
ilustración muestra una interpretación artística simbólica del mutualismo entre
bacterias. (Imagen: José Luis Olivares/MIT)
En los experimentos, Gore y
sus colegas encontraron que ambas cepas, viviendo juntas, podían sobrevivir en
un ambiente donde estuvieran presentes ambos antibióticos, a pesar, como hemos
dicho, de que cada una fuera solo resistente a uno de los fármacos.
El laboratorio de Gore está
ahora examinando este tipo de mutualismo en bacterias que viven en el intestino
del gusano C. elegans.
Fuente: NCyT
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