Unos investigadores han demostrado, mediante experimentos que han incluido una simulación del esófago y el estómago humanos, el uso de un diminuto robot que puede desplegarse desde su forma inicial en una cápsula previamente ingerida y, dirigido por campos magnéticos externos, arrastrarse a lo largo de la pared estomacal para retirar una pila de botón que alguien se haya tragado, o taponar una herida
Cada
año, miles de niños acuden a urgencias después de tragarse pilas de botón, las
baterías diminutas, planas y redondas que abastecen de energía a juguetes,
audífonos, calculadoras y muchos otros dispositivos. Ingerir esas pilas tiene
graves consecuencias, incluyendo quemaduras que dañan de forma permanente el
esófago, desgarros en el tracto digestivo, y en algunos casos, incluso la
muerte. Tras tragar una de dichas pilas, esta empieza a interactuar con el agua,
creando una corriente eléctrica que produce hidróxido, un ion cáustico que daña
los tejidos. Esto puede causar una grave herida en apenas un par de horas,
especialmente si los padres no se dan cuenta enseguida de que el niño se ha
tragado una de ellas. Estas pilas son cada vez más potentes, lo que las
convierte en incluso más peligrosas si son tragadas.
El
nuevo robot, desarrollado por el equipo internacional de Daniela Rus, Steven
Guitron y Shuguang Li, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en
Estados Unidos, se basa en una versión automatizada del arte de la papiroflexia
u origami.
Tragarse un microrrobot cuya forma tenga cantos vivos, apéndices y otras
estructuras que le permitan actuar sobre su entorno puede resultar peligroso. Si
su forma es la de una píldora, el riesgo disminuye notablemente, pero también su
capacidad de manipulación. La solución está en los robots que tienen esta última
forma cuando son tragados pero que una vez dentro del cuerpo se despliegan, como
una hoja de papel doblada, y vuelven a plegarse de manera diferente, adoptando
la estructura deseada, como por papiroflexia.
Aunque
el nuevo robot es el sucesor de uno parecido, el diseño de su cuerpo es
notablemente diferente.
Ejemplo
de una cápsula y de dispositivo desplegado. (Foto: Melanie Gonick/MIT)
Como su
predecesor, el nuevo robot puede autopropulsarse usando un método en el que sus
apéndices se pegan a una superficie a través de la fricción, cuando ejecuta un
movimiento, pero se deslizan libres de nuevo cuando su cuerpo se dobla para
cambiar la distribución de su peso.
También
como su predecesor, y como otros varios robots de este tipo del grupo de Rus, el
nuevo consta de dos capas de material estructural rodeando otro que se encoge
cuando se le calienta. Un patrón de orificios en las capas exteriores determina
cómo se plegará el robot cuando la capa intermedia se contraiga.
Leído en NCyT
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