Durante el X Congreso Mundial de Periodismo Científico,
celebrado en San Francisco (Estados Unidos), un grupo de
expertos debatió el avance de la digitalización en la salud
y coincidió en que todavía falta un largo camino para
alcanzar el “nirvana digital”.
De izquierda a derecha: Udi Manber, Julia Adler-Milstein y
Robert Wachter, durante el panel.
“Google y Amazon son tan buenas porque usan de inmediato los
datos que obtienen. Y me resulta chocante que el sector de
salud no lo haga”. Quien lo afirma, Udi
Manber, sabe de lo que habla: nacido en Israel y
doctorado en ciencias de la computación en la Universidad de
Washington, trabajó en compañías y sitios de la talla de
Google, Amazon y YouTube antes de mudarse a comienzos de
2017 a la Universidad de California en San Francisco (UCSF),
donde es profesor adjunto y dirige el área de Transformación
Digital del Departamento de Medicina.
Manber fue uno de los participantes de un panel celebrado en
San Francisco en el marco del X
Congreso Mundial de Periodismo Científico, y que puso
de manifiesto tanto las
falencias como las oportunidades de la transformación
digital en el sector.
“Los datos existen, pero es increíblemente difícil acceder a
ellos”, sostuvo Manber. De acuerdo con el especialista, para
el diseño de los sistemas de información clínica (hoy en el
mercado) no hubo suficiente diálogo entre los expertos en
computación y los profesionales de la salud. “Mi esperanza
es que eso se pueda resolver antes de que sea demasiado
tarde. Pero estoy realmente preocupado de que ya lo sea. Es
como el teclado QWERTY, que fue diseñado a propósito para
ser ineficiente y escribir lento [en 1863] y ahora está tan
instalado que no se puede cambiar. Cuando
tienes muchos médicos haciendo las cosas de determinada
manera, es muy difícil modificarlo”, advirtió.
Para otro de los expositores, Robert
Wachter, médico, jefe del Departamento de Medicina de
la UCSF y autor del libro “The
Digital Doctor: Hope, Hype and Harm at the Dawn of
Medicine’s Computer Age” (2015), el
problema de raíz es cómo digitalizar la información de salud
y conectar a todas las partes. “Pero, más importante
que todo, es cómo usamos esos
datos para cambiar el diagnóstico, la prevención, el
comportamiento de la gente, el tratamiento de infartos y
otras patologías, o la realización de la investigación
clínica”, señaló.
“Soy moderadamente optimista de que la transformación
digital en medicina va a traer una mejoría marcada de la
manera en que atendemos a la población y en la salud de los
pacientes. Pero también estoy decepcionado por cómo las
cosas salieron tan mal hasta ahora”, señaló.
La tercera panelista, Julia
Adler-Milstein, doctorada en políticas de salud de la
Universidad de Harvard y directora del nuevo Centro de
Informática Clínica e Investigación de la Mejora (CLIIR) de
la UCSF, resaltó las enormes
posibilidades que se abren a partir del acceso y uso
oportuno de los datos.
“Hoy, cuando individuos y médicos toman decisiones de salud,
la mayoría tiene una computadora o un dispositivo en frente
de ellos. Y eso representa una oportunidad de influir en el
pensamiento y en la toma de decisiones como nunca tuvimos
antes”, enfatizó Adler-Milstein. “La pregunta es: ¿qué
va a pasar cuando toda la información que se está generando
sea computable? Puede ser compartida e integrada a
los dispositivos al lado de la cama del paciente e influir
en la decisión clínica. Es una oportunidad excitante de
proveer, en todo momento, atención de salud basada en la
última evidencia”.
Pero para que la transformación digital llegue a buen
puerto, los expertos
coincidieron en la necesidad de considerar en el diseño de
los sistemas la perspectiva de los médicos y otros
profesionales de la salud. “Se necesita un
conocimiento del sector salud muy específico. Tienes que
entender el proceso de cómo el médico indica una medicación,
cómo lo recibe la farmacia, qué hace el farmacéutico, todo
ese tipo de cosas”, remarcó Wachter.
Y agregó: “Muchas startups y
grandes empresas, como Google, Facebook, Apple, Amazon y
Twitter, saltaron al sector salud y sintieron que podían
arreglarlo. Pero todas fracasaron. Resultó ser un problema
mucho más complejo de lo que se pensaba”.
Por Matías A. Loewy
Leído en eHealth Reporter
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