Bayer
y Gador se reconocen curtidos en crisis argentinas. Dificultades para la
innovación. El caso Roemmers.
El sector laboratorios cuenta con una amplia gama de definiciones para medir el tamaño del mercado: ventas al sector público, transacciones entre privados, medicamentos de venta libre, drogas complejas, producción y distribución.
Existen 250 empresas que
intervienen en la actividad en la Argentina si se contabilizan
productoras e importadoras de medicamentos. En el plano netamente productivo, las
plantas industriales de fármacos ascienden a 110, de las cuales el 85% son de
laboratorios de origen nacional y un 15% de los de capital extranjero. Esa
relación se refleja parcialmente en la composición de las ventas de la
industria. En proporciones significa que un 58% del volumen del mercado está en
manos de farmacéuticas nacionales y un 42% en las de extranjeros. Los números
del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) muestran que la
facturación de medicamentos en la Argentina contabiliza 100.000 millones de
pesos anuales solo en transacciones entre privados.
Bayer, empresa alemana que encabeza
el ranking sectorial en la Argentina, según la revista Mercado, cuenta
apenas con una participación del 5% del total, lo que muestra un mercado
altamente competitivo y abierto. Pero no hay jugador que le gane en
medicamentos de venta libre por el canal farmacéutico. Kurt Soland, CEO de
Bayer para el Cono Sur, aclara que la incidencia de sus ventas con el sector
público es de apenas el 10% del total, un volumen notoriamente más bajo que el
de los laboratorios nacionales.
Mercado.
Bayer,
con oficinas en Munro, es la farmacéutica que más factura, pero también
abastece al agro.
Roemmers, por ejemplo,
que tiene cinco plantas distribuidas entre la capital y el Gran
Buenos Aires, produce una amplia gama de fármacos y es fuerte en las
líneas de cardiología, pediatría, clínica médica, geriatría y cirugía. La
incidencia de sus ventas al sector público de la empresa supera el 35% de su
volumen. El grupo de la familia Roemmers también es dueño de los laboratorios Investi,
Poen y Gramon-Millet y tiene el 44% de Gador.
Gador, cuya cara visible es Alberto
Álvarez Saavedra, casado con una de las integrantes de la familia Gador, inició
sus actividades en 1940. Cuenta con más de 950 empleados. Vende medicamentos y
principios activos en más de 40 países de los cuatro continentes. En la
Argentina cuenta con cuatro plantas de producción propia. Gador mantiene
acuerdos de licencias de comercialización con importantes compañías
multinacionales. Las líneas de productos en las que se especializa son
sistema nervioso central, cardiometabolismo, urología, diabetes, metabolismo
óseo, odontología, ginecología, gastroenterología, oncología, inmunología y
trasplantes.
Su comprador más
importante es el PAMI, la sigla con la que aún se conoce
al Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, que
representa el 40% del mercado farmacéutico argentino.
Sobre la vulnerabilidad
macroeconómica actual del país, Luis Rodriguez, director general de Gador,
afirma con esperanza: “Hubo otras etapas difíciles, momentos de precios
congelados, falta de divisas que imposibilitaban seguir importando, pero siempre
hemos superado las crisis porque trabajamos apostando al futuro, porque nos
esforzamos para tener el mejor equipo y a la vez disfrutamos de trabajar en
equipo, no sólo pensando en crecer sino en algo aún mejor, en desarrollarnos,
transformarnos para dar más y mejores respuestas”.
Soland, de Bayer, explica en el
mismo sentido que la empresa está en la Argentina hace más de 100 años: “No
es la primera crisis que se atraviesa, ni va a ser la última”. Bayer,
que cuenta con 1.300 empleados en el país, tiene una pata fuerte de producción
local en su planta de Pilar, de la cual la mitad se exporta y el resto se
destina al mercado interno. “En este país, los márgenes de rentabilidad se
alcanzan sufriendo y hay que vivir con esto”, reconoce Soland. No tiene
previsto reducción de personal alguna.
Suizo. Kurt Soland es el CEO de la alemana Bayer en el Cono Sur: “No es la primera crisis ni la última”.
“En el gobierno anterior padecimos el control de precios. Ahora la volatilidad cambiaria, pero la Argentina es un mercado muy importante y vamos a permanecer eternamente. Sin estabilidad es más complicado planificar y profundizar la innovación porque no hay precios de referencia. Entonces uno se queda en el producto que funciona, en eso que ya está afianzado”, relata el CEO de Bayer. Apechugarse y bancar el chubasco, dicen en el barrio. La compañía alemana reconoce que se siente el resentimiento del mercado
Quejas. Para Soland, el problema
principal reside en que el mercado farmacéutico argentino es demasiado
restringido con altos costos burocráticos. Se refiere a que no está
permitido que los productos de venta libre puedan ser exhibidos en góndolas, lo
que condicionaría la autoelección: “El consumidor no tiene libertad de elegir
el producto y depende de lo que quiera venderle el farmacéutico, sin saber qué
juego comercial hay detrás”. De esta manera, no se pueden comparar precios y
marcas, le quita libertad de elección al consumidor, según el empresario suizo.
Desde Bayer afirman que si
bien hay canales de diálogo con el Gobierno para modernizar la legislación,
dada la urgencia de la coyuntura macroeconómica, se trata de temas que nunca
alcanzan carácter de prioritario. Otro ejemplo es la ley de patentes.
“Acá hay innovaciones que no se registran porque no se reconoce la propiedad
intelectual”, critica Soland. Del otro lado, los laboratorios nacionales
defienden la legislación actual, que los protege y les ha permitido proyectarse
al exterior.
Por Luciana
Glezer
Leído en
Dario Perfil.
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