Gustavo Giorgetti es un ingeniero civil
especializado en fabricar puentes. Supo hacer puentes para cruzar ríos, pero
desde hace unos 25 años su especialización se fue mudando hacia los temas de
calidad, comportamiento humano y tecnología digital. Entonces comenzó a trazar puentes
entre los sistemas y entre los paradigmas. Nació en Bahía Blanca, vive en
Neuquén, y allí procura instaurar un modelo que lo eclipsó: los principios de
gobierno digital de Estonia.
La República de Estonia es la sociedad digital más
avanzada del mundo. Situada en el norte de Europa, esta antigua república
soviética es uno de los países menos poblados dentro de la Unión Europea, pero
cualquier persona puede convertirse en residente electrónico. Allí, se puede
abrir una empresa en 18 minutos. Ese es un récord mundial. Y estos servicios no
solo están abiertos a los estonios. En 2014, el país abrió sus servicios
digitales al mundo: más de 40 mil personas de 150 países diferentes han
recibido la residencia electrónica estoniana. Su objetivo es tener 10 millones
de e-estonios para 2025.
“Estuve en Estonia por primera vez en 2007
participando de un viaje de estudios, organizado por el Banco Mundial, sobre
‘buenas prácticas de Gobierno Electrónico’. Regresé allí en 2017 a presentar en
el Congreso e-Governance2017 lo que habíamos implementado en Neuquén con lo aprendido de ellos”,
cuenta Giorgetti. Es que en Estonia el 99% de los trámites oficiales pueden
realizarse en cualquier momento. Solo las operaciones inmobiliarias, casarse o
divorciarse exigen su presencia física. En Estonia no existen las colas. La
firma digital reemplazó a la firma física. Pueden votar, consultar las notas de
los niños en la escuela o acceder a una historia médica. Pero el cambio no solo
es digital. Lo que cambió en Estonia es un paradigma.
—¿Cuáles son los méritos principales del sistema de
Estonia?
—Una verdadera transformación digital, no una mera
digitalización de lo que hacemos. Estonia -habiendo estado muy, pero muy mal,
quebrado- luego de su separación de la Unión Soviética logró innovar y crear
desde cero y sin recursos. Un modelo inédito que, a pesar de estar operando
desde hace más de 15 años, hoy igue siendo el más evolucionado del mundo.
Los principios subyacentes del modelo de Estonia
permiten eliminar todos los problemas de la burocracia como hoy la conocemos,
al mismo tiempo que mejoran la seguridad, la integridad y la confidencialidad
de los datos personales. Giorgetti enumera los principios que fueron los ejes
para ese cambio de paradigma:
Principio Once Only: “Ninguna oficina u organismo
puede pedirle al ciudadano un dato que otra oficina u organismo del Estado ya
tiene”. Esto elimina todo tipo de peregrinaje entre diferentes oficinas y
organismos o incluso entre portales web, escaneando, bajando y subiendo
documentos por parte de las personas. Elimina todo el papel que se traslada en
la calle por el ciudadano haciendo de cadete.
Procesos Push: “Todo proceso debe completarse,
generando la próxima acción del ciclo de vida del ciudadano o consultándolo
directamente a él ante la existencia de múltiples opciones”. Esto elimina toda
posibilidad de hacer colas. Este mismo principio llevado al interior de los
organismos y procesos Interáreas, elimina los papeles internos.
Interfaz abierta: “Cualquier desarrollador debe poder reemplazar e
integrar con otras aplicaciones la interfaz del usuario”. Esto permite soportar
la diversidad de necesidades presentes y futuras. Elimina las operaciones
engorrosas entre aplicaciones y sistemas.
Auditoria inmutable del uso de datos: “Todos los actores incluido el
ciudadano, pueden auditar a quien ha utilizado sus datos”. Esto permite generar
una auditoría distribuida del uso de los datos. Elimina el uso indebido y
oculto de ellos.
—¿Es muy complejo cambiar el paradigma de
Argentina?
—El principal desafío que plantea el modelo de
Estonia es pasar del EGO al ECO, pasar de un
esquema de sistemas digitales “aislados” a un ecosistema de aplicaciones
articuladas que conforman un ecosistema digital. Esto significa que no es un
tema tecnológico, es un tema de cómo usamos la tecnología. En Argentina
predominan los modelos EGO: “mi sistema es mejor”, entonces entra y
reemplaza a todos los otros. En Estonia todo sirve y debe ser articulado.
—¿Qué están llevando a cabo en Neuquén ahora?
—En Neuquén desarrollamos el Modelo de
Integrabilidad, junto con el Ingeniero Rodolfo Laffitte, en su gestión como
Secretario de Gestión Pública de Neuquén. Su decisión política de llevar
adelante esta transformación fue clave para el éxito del caso.
El modelo de Integrabilidad es una adopción y
adaptación del modelo de Estonia a nuestra cultura latina que articula sistemas
y cierra la brecha que existe entre la infraestructura digital de conectividad
y el gobierno como plataforma: límite exterior del gobierno con la ciudadanía,
continuando con el modelo de Gobierno Abierto hasta llegar a los ODS: Objetivos
de Desarrollo Sustentable.
Giorgetti ejemplifica utilizando la figura de un
triángulo. En su base, figura la conectividad de todos los actores de la
comunidad. Luego, hay cuatro niveles:
·
Nivel
1: Compartir
respuestas desde las Fuentes Auténticas. Esto permite implementar el
principio Once Only.
·
Nivel
2: Cocrear
procesos Inter-intra-organismos. Esto permite implementar los Procesos Push desde
el punto de vista del ciudadano y entre las áreas.
·
Nivel
3: Liberar
Servicios Abiertos y Extensibles. Permite implementar múltiples interfaces
abiertas que soportan toda la diversidad de casos
·
Nivel
4: Confianza
transversal. Permite realizar una auditoria inmutable -blockchain- de
todos los datos por parte de todos los actores involucrados, incluido el propio
ciudadano.
—¿Crees que vale el esfuerzo tratar de aplicar este
modelo en todos lados?
Como muestra el caso de Neuquén, es un arquitectura
descentralizada, de rápido despliegue con alto impacto en la ciudadanía. Por
ejemplo: en 2017 un solo certificado ahorró a la ciudadania 108 años hombre,
con mínimos ajustes en los sistemas existentes. Hoy tenemos más de un millon de
ocurrencias en cientos de servicios, cada uno con su propio impacto. Este
enfoque comienza a eliminar el papel en donde más molesta, el que traslada el
ciudadano. Es fácil, es posible, se puede hacer ya y ver de inmediato el
impacto. Esta es la gran diferencia del modelo EGO y el ECO:
en el EGO “alguien” hace cambios en todos lados y eso lleva
mucho tiempo y esfuerzo; en el ECO, pequeños cambios hechos de
manera distribuida por distintos actores son rápidamente visibles por todos.
—¿Es posible salvar vidas con este sistema?
Cada día nuestras vidas dependen más y más de la
calidad de los datos que usamos. Toomas Ilves, expresidente de Estonia, siempre
ejemplifica con su tipo de sangre B, diciendo que solo un error de esa letra
podría generarle una transfusión mortal. Modelos de bases de datos distribuidas
como el de Estonia, donde nadie guarda en su base de datos los registros que no
produce y está obligado a consultarlos en línea cuando los necesite, aseguran
la calidad de los datos. Es fundamental tomar conciencia que los sistemas que
se jactan de tener todos los datos en una base de datos centralizada son
justamente los que tienen la peor calidad de datos, simplemente porque sus
datos “viven” desactualizados.
—¿Qué es para vos la tecnología?
La tecnología digital es la mejor solución para
satisfacer la mayoría de las necesidades de un gobierno, pero es la
herramienta, no el fin. Si la tecnología pasa a ser el fin y pasa a ser
la que guía los cambios, cosa que ocurre con mucha frecuencia, solo lograremos
digitalizar lo que hacemos, pero no la transformación que podemos alcanzar.
De
Estonia a Argentina: el fin de la burocracia en los gobiernos | Gustavo
Giorgetti en TEDxRosario
Por Juan Mascardi
Fuente: Redacción
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