La crisis generada por
la COVID-19 está dando el impulso que la salud digital necesitaba para terminar
de despegar.
Llevamos años oyendo
hablar de las bondades de la telemedicina y la salud digital. Sin embargo, ni
los pacientes, ni los profesionales ni los proveedores de servicios de salud
terminaban de apostar decididamente por la e-health. Hasta que llegó la
COVID-19 y nos dimos cuenta de la necesidad de la medicina a distancia.
“Es evidente que la
COVID-19 ha sido un acelerador de la transformación digital del sector. Fruto
de la crisis sanitaria, se han producido una serie de cambios que han ayudado
claramente a aumentar la adopción de las herramientas digitales”, afirma Marcos
Guerra, director de Consultoría de la industria de Life Sciences &
Healthcare de Deloitte en España.
“En primer lugar, con el
objetivo de no perder el contacto con sus pacientes por la desprogramación de
las consultas externas durante la pandemia, los profesionales asistenciales han
utilizado mayoritariamente la visita telefónica, en detrimento de la visita
presencial. Y lo más interesante es que se han dado cuenta de que no es sólo
una opción interesante, sino que funciona de manera efectiva para una tipología
de pacientes. Esto representa un cambio cultural muy importante en los
profesionales que, en muchos casos, vivían la telemedicina con cierta
desconfianza. Y aunque la telemedicina va mucho más allá de la visita
telefónica, es muy buen comienzo para visualizar sus ventajas en los modelos asistenciales”,
declara.
Además, considera que
“la propia sociedad, a raíz del confinamiento, también ha dado un vuelco en la
adopción de herramientas digitales”. “La utilización de canales digitales, como
las videollamadas, ha crecido de forma exponencial, reduciendo de forma
significativa la brecha digital. Así, se ha puesto de manifiesto que perfiles
de ciudadanos menos proclives a la utilización de nuevos canales digitales se
han convertido en usuarios activos. Un claro ejemplo han sido las personas mayores,
que, fruto del confinamiento y con el objetivo de poder socializar y ver sus
familiares, se han vuelto usuarios de estas herramientas”, especifica.
Asimismo, Manuel
Villalón, CEO de OpenSalud, señala que “la pandemia ha destruido barreras de
adopción de la telemedicina”. “Esto ayudará a que las teleconsultas y, en
general, la atención médica remota, deje de percibirse como algo lejano, casi
de ciencia ficción”, explica.
Considera que el sector
tiene que abordar con decisión esta transición hacia la salud digital. “El
futuro ya ha llegado. En poco tiempo, la práctica totalidad de las aseguradoras
de salud, grupos hospitalarios, clínicas, profesionales individuales, sistemas
públicos de salud, etc., tendrán que incorporar a su práctica habitual la
telemedicina. La COVID-19 va a provocar en meses cambios que requerirían una
década. De hecho, en cierta manera, puede haber salvado los sistemas de salud
al acelerar la digitalización de la salud”, apunta.
Incluso augura que “en
pocos años, la consulta presencial será la excepción y no la norma; y siempre
se accederá a la atención clínica primero de manera digital”. Así, adelanta que
“antes de cinco años, las consultas sanitarias digitales superarán a las
presenciales”. “El futuro de la salud será atender a las personas allí donde
estén, reduciendo de manera muy sustancial la visita a hospitales y centros
médicos”, sentencia. En este sentido, afirma que “las plataformas que ofrecen
servicios de telemedicina son cada vez más completas y ofrecen más servicios,
como teleconsulta, monitorización remota, prescripción electrónica, etc.”.
Además, opina que “como
sector, habrá un antes y un después de esta pandemia”. “Estas empresas son
ahora foco de inversión. Han aparecido nuevos jugadores y otros existentes han
tenido un crecimiento vertiginoso. No obstante, queda camino por recorrer hasta
que la telemedicina forme parte del día a día de la oferta de servicios por
parte de los proveedores sanitarios actuales. Veo incluso plausible que la
transformación vaya más allá y afecte al paradigma de aseguradora-proveedor de
salud y al de la cobertura sanitaria pública y privada”, valora.
Respuesta a
los retos sanitarios
Los países más avanzados
económicamente se encuentran ante dos importantes retos sanitarios: el
envejecimiento de la población y la cronificación de muchas de las enfermedades
que más aquejan a la sociedad. La salud digital tiene mucho que aportar ante
estos desafíos.
“Durante los próximos
años se producirá un aumento significativo de la demanda asistencial con un perfil
de pacientes con mayores comorbilidades asociadas. Ante esta futura pero
próxima realidad, las soluciones tecnológicas jugarán un papel relevante para
aportar herramientas y soluciones a los profesionales asistenciales, cuyo valor
principal será el tiempo del que dispondrán para atender a los pacientes. Y
para que este tiempo sea de calidad, las tecnologías disruptivas, como la
telemedicina, la sensorización, la inteligencia artificial (IA) o la
incorporación de dispositivos basados en el IoMT (Internet of Medical Things),
entre otros, serán claves para liberar una serie de actividades, aumentando el
tiempo de valor de los profesionales”, desgrana el experto de Deloitte.
Igualmente, Villalón
cree que “la salud digital, en general, y la telemedicina, en particular,
permitirán abordar los dos principales problemas de los sistemas de salud
actuales: la propia inviabilidad del sistema y las necesidades de un paciente
distinto”.
“Nuestros sistemas de
salud no están pensados para pacientes que se pasan décadas con sus
enfermedades, que además están muy influenciadas por los hábitos de vida. Los
sistemas de salud estaban pensados para arreglar problemas del cuerpo,
accidentes e infecciones, básicamente. Pero eso no vale para enfermedades que no
son mortales a corto plazo, pero no tienen cura, y que requieren una
aproximación multidisciplinar e integral”, comenta.
Además, señala que “en
un mundo digital, el paciente demanda acceder a los servicios de salud por
otros medios distintos de los tradicionales”. “Le resulta inconcebible no poder
acceder a todos sus datos clínicos o contactar con su médico desde cualquier
dispositivo, en cualquier momento y desde cualquier lugar”, añade.
Por otra parte, apunta
que “la tecnología ha demostrado que es posible atender mejor al paciente sin
gastar más y sin continuar deteriorando las condiciones de trabajo de los
profesionales”, incidiendo positivamente en la presión asistencial y las
condiciones económicas del personal sanitario.
“La telemedicina no sólo
es ‘cómoda’ para el paciente crónico por no tener que desplazarse. También
puede ser eficiente y mejorar la atención. En un sistema de costes y demanda
crecientes, permite organizar cuidados de manera más eficaz para pacientes y
cuidadores. En un sistema de costes crecientes, como es el sanitario, encontrar
palancas de optimización que no generen impacto en el cuidado es clave”, resume
el CEO de OpenSalud.
Obstáculos
para su consolidación
Pese a sus beneficios,
la telemedicina tiene que derribar algunas barreras para impulsar su
desarrollo. En primer lugar, Guerra señala que es preciso fomentar un cambio en
la cultura digital de los profesionales sanitarios. “Es importante que
visualicen el impacto positivo que la salud digital puede tener en los procesos
asistenciales. Todavía existe una reticencia al uso de tecnologías disruptivas
por parte de algunos profesionales, que necesitan tener evidencia probada de
las ventajas de su implementación y, sobre todo, de los beneficios que puede
suponer para ellos en la práctica clínica real”, afirma.
El segundo obstáculo es
la atomización de los sistemas de información en el sector sanitario y el
escaso nivel de interoperabilidad técnica o funcional. “Para que la e-salud
tenga impacto, es necesario incorporar e integrar toda la información de las
nuevas tecnologías en un mismo sistema, que permita convertir la información en
conocimiento, que ayude a los profesionales, gestores y pacientes en la toma
decisiones. Aún estamos lejos de una integración real, lo que perjudica mucho
la visión que tienen los profesionales de esa tecnología. En muchos casos, las
plataformas que las soportan no son amigables, son rígidas y consumen un tiempo
elevado para los profesionales”, explica.
Finalmente, destaca la
necesidad de mejorar el marco normativo relacionado con la salud digital, el
control y la propiedad de los datos y el cumplimiento del RGPD, además de
establecer procesos de ciberseguridad para acelerar la transformación digital.
“Los datos asistenciales son de máxima seguridad. Sin embargo, ya existen
procesos y mecanismos que permiten trabajar con estos datos cumpliendo la
normativa vigente. En muchos casos, el desconocimiento de esos procesos,
asociados a restricciones muy fuertes por las administraciones públicas y el
temor a perder el control del dato, no favorecen cambios normativos que
aumentarían la adopción de las tecnologías digitales por parte del sector”,
puntualiza.
Por su parte, Villalón
remarca que el sector sanitario está “muy regulado y es complejo e intensivo en
capital”, lo que ha ralentizado su transformación. Esto también ha dificultado
la llegada de nuevas empresas o el avance de los actores que ya tienen
presencia en el sector.
Más allá de
la videoconsulta
La salud digital puede
tener impacto en diferentes ámbitos del cuidado sanitario. La consultora
McKinsey identifica cuatro categorías. La primera es la telemedicina, que
incluye videoconsultas entre pacientes y sanitarios, videoconferencias entre
profesionales -entre especialistas, entre médico y farmacéutico, etc.-, envío
telemático de pruebas y resultados a especialistas o al paciente e incluso la
recolección de datos médicos y personales de forma remota.
Varias aseguradoras de
salud ofrecen ya la posibilidad de acceder a videoconsulta con especialistas de
su cuadro médico. Pero la telemedicina adquiere mayor sentido cuando permite
realizar tareas que hasta ahora sólo se podían hacer presencialmente. “El mayor
potencial está en la unión de la teleconsulta, telemonitorización y la
tele-exploración. Es decir, la telemedicina en mayúsculas. Por ejemplo,
nosotros ofrecemos servicios de teleconsulta con exploración a distancia a
instituciones educativas y empresas. Con un sencillo equipamiento, el médico
puede oír el corazón y pulmones del paciente o explorar los orificios nasales o
auditivos como si lo tuviese delante”, detalla el CEO de OpenSalud.
De hecho, en el mercado
hay ya algunos modelos de cabinas medicalizadas de videoconsulta, con
diferentes sensores y dispositivos (termómetro, medidor de presión arterial,
oxímetro, electrocardiógrafo, estetoscopio, etc.) que permiten que el médico
monitorice a distancia diversos parámetros vitales del paciente y realice
exploraciones mediante equipamiento de alta resolución (otoscopio,
dermatoscopio, etc.).
La segunda categoría que
establece McKinsey se refiere al uso de la tecnología para optimizar el uso de
medicamentos o buscar tratamientos alternativos a los convencionales, con el
fin de prevenir o tratar una afección médica. Por ejemplo, se refiere a las
soluciones para mejorar la adherencia a los tratamientos o la monitorización de
los efectos secundario de la medicación. Y la tercera pata de la salud digital,
según la citada consultora, es la asignación del cuidado oportuno, ya sea a
través del triaje virtual a partir de los síntomas del usuario o el acceso del
paciente a su propia información médica a través de portales seguros
Por su parte, el
especialista de Deloitte distingue cuatro categorías, dependiendo de las
tecnologías empleadas. En la primera encajan las soluciones que impactan
directamente en los modelos asistenciales y en los pacientes, como la
telemedicina, la gamificación, la realidad virtual o los asistentes virtuales.
Por ejemplo, indica que
“las predicciones hablan de un mercado de la gamificación en el sector
sanitario de más 13.500 millones de dólares en 2022”. Muestra de ello son las
recompensas ofrecidas por algunas aseguradoras de salud a los clientes que
completan determinados objetivos, como caminar 10.000 pasos al día, medidos a
través de wearables.
La segunda categoría
engloba aquellas soluciones que permiten establecer nuevos modelos de gestión,
como las plataformas colaborativas o los modelos Agile. En la tercera categoría
están las tecnologías aplicadas a los procesos administrativos y
transaccionales, como Robotics, Blockchain o la computación cuántica.
Por último, nos
encontramos con las soluciones centradas en mejorar la gestión del dato y la
información, como Big Data & Analytics, IoMT, etc. En este ámbito, el
experto de Deloitte recalca que “la salud es uno de los sectores en los que el
Big Data está teniendo mayor impacto y donde sus aplicaciones tienen un
potencial altísimo, tanto para el área médica como para las áreas de análisis
de datos -historias clínicas, IoMT, etc.-, predicción, documentación científica
-generación, almacenamiento y explotación-, etc.”. Destaca que “se prevé que el
mercado global de Big Data & Analytics en salud alcance los 43.330 millones
de dólares en 2023, creciendo a un ritmo interanual por encima del 23% durante
el periodo comprendido entre 2017 y 2023”.
Fuente: Silicon España
No hay comentarios.:
Publicar un comentario