Una realidad impuesta casi a la fuerza tras la llegada de la pandemia es el notorio avance de la tecnología como garante de nuestra salud, aunque todavía queda camino por recorrer.
De ser un concepto ciertamente
desconocido para muchos hasta convertirse en un horizonte asistencial. Ese
podría ser el resumen del camino emprendido hace prácticamente un año por la
salud digital, que ha llegado para quedarse impulsada por la irrupción del
SARS-CoV-2 y la necesidad de buscar nuevos aliados para velar por nuestro
bienestar.
Así pues, las consultas virtuales
que impuso el confinamiento, junto con el manejo de aplicaciones para testar
síntomas o wearables que monitorizan parámetros relacionados con la salud, se
han convertido en parte de la solución para millones de ciudadanos en todo el
mundo. Un ejemplo es lo que se desprende del estudio Cigna COVID-19 Global
Impact, que afirma que el 65% de españoles apostará por la telemedicina para
consultar a un médico generalista en el futuro.
Pero la telemedicina es solo una
herramienta más. Drones que pueden usarse para el transporte de medicinas o
robots desinfectantes, son otros ejemplos de lo mucho que se ha avanzado en los
últimos meses. También han resultado de enorme utilidad las aplicaciones
móviles relacionadas con autodiagnósticos a partir de síntomas o gadgets que
permiten una monitorización continua de parámetros para controlar patologías ya
existentes.
Mención aparte merece el
desarrollo de los algoritmos que permiten analizar una gran cantidad de datos,
hacer correlaciones y ver patrones que de otra forma pasarían desapercibidos
apoyados en los macrodatos o big data. “Esto responde a que así podemos tener
información real sobre qué está pasando y tomar decisiones basadas en la
evidencia, lo que refuerza el mensaje de la necesidad de la ciencia en abierto,
colaborativa, transversal y transdisciplinaria”, señala Albert Barberà,
director del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y uno
de los autores del libro ¿Política confinada? Nuevas tecnologías y toma de decisiones
en un contexto de pandemia (Aranzadi).
“Aún nos faltan muchos avances por
conocer. El marco conceptual de la salud digital ha iniciado su crecimiento
exponencial con la pandemia, pero está aún muy lejos de alcanzar su pico. Una
buena muestra de ello es la inteligencia artificial (IA)”, añade Carme Carrion,
profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC e investigadora del
eHealth Center.
Cinco retos en salud digital
- Ampliar el foco de la telemedicina. A pesar de que estas cifras dibujan un escenario donde la salud digital parece casi una recién llegada, no partíamos de cero. Existe una base, pero todavía hay campos como la prevención o la salud mental que deben explorarse junto al resto.
- Pasar de tratar la enfermedad a prevenirla. La prevención es precisamente un aspecto de la salud digital que, en opinión de los expertos, debemos mejorar. Se trata de poner la salud y no la enfermedad en el punto de mira.
- -Impulsar la formación de profesionales en salud digital. Se prevé que en este campo también se concentrarán esfuerzos, a la vista del impulso que está tomando esta área. La investigación y la forma en que se enseña y prepara a los profesionales de la salud constituyen dos retos fundamentales.
- -Garantizar un acceso equitativo. La salud digital ha ayudado a dar un giro al sistema sanitario y ha contribuido a que el enfoque se centre en el ciudadano y haciéndole corresponsable de su salud. La dificultad ahora es tratar de no dejar a nadie fuera de ella.
- -Proteger la privacidad de los datos del paciente. Compartir datos de salud implica un reto ético: se trata de un paso necesario pero que se debe afrontar con especial cuidado para seguir protegiendo la privacidad a la que el paciente tiene derecho.
FUENTE: AS.com
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