lunes, febrero 21, 2022

MÁS CERCA DE CONSEGUIR ÓRGANOS ‘UNIVERSALES’ PARA EL TRASPLANTE

Un equipo canadiense diseña una técnica que permite convertir órganos incompatibles en aptos para el trasplante. Lo han probado en experimentos preclínicos.



(El Mundo) Una de las principales barreras para el trasplante de órganos es la necesidad de que la donación sea compatible con el organismo del receptor. En este tipo de intervenciones, es fundamental tener en cuenta el grupo sanguíneo de ambos pacientes y las ‘reglas’ habituales en las transfusiones, como el hecho de que un individuo del grupo 0 no puede recibir sangre, tejidos u órganos de personas de los grupos A, B o AB y, sin embargo, los pacientes con sangre de estos últimos grupos sí pueden beneficiarse de las donaciones de las personas con grupo 0, a menudo denominadas “donantes universales”.

Una equivocación en esta compatibilidad puede producir un rechazo hiperagudo del órgano donado y poner en riesgo la vida del receptor, por lo que estas barreras se controlan rigurosamente. Sin embargo, la investigación realizada por un grupo de científicos canadienses podría acabar pronto con este escollo, haciendo posible la creación de órganos ‘universales’ para el trasplante con los que no haga falta tener en cuenta el grupo sanguíneo. Publica los detalles de su trabajo la revista Science Translational Medicine.

Según sus datos, mediante un cóctel de enzimas, es posible convertir un órgano del grupo A en un órgano de grupo 0, que sería apto para su trasplante en cualquier paciente. Los investigadores, liderados por científicos del Centro de Trasplantes Ajmera de Toronto (Canadá), lo han demostrado en experimentos preclínicos con pulmones, pero la prueba de concepto sería extensible a otros órganos.

Los grupos sanguíneos están determinados por la presencia de antígenos en la superficie de los glóbulos rojos. Así, si una persona tiene un grupo A, esto significa que sus hematíes presentan en su membrana exterior ‘distintivos’ (antígenos) de tipo A. Estos antígenos, que también están presentes en los vasos sanguíneos que riegan los órganos, pueden desencadenar una respuesta inmunitaria si el organismo no los reconoce como propios. Por ejemplo, un individuo con grupo 0 no posee en su organismo antígenos A, B o AB; por eso, su organismo los reconoce como extraños y los ataca si entra en contacto con ellos.

Para romper estas barreras, los científicos diseñaron un cóctel de enzimas (una combinación de FpGalNAc deacetilasa y FpGalactosaminidasa) y probaron primero con éxito su efectividad en células sanguíneas y tres muestras de arteria aorta humanas. Después, mediante una plataforma de perfusión ex vivo, probaron el método en pulmones humanos que habían sido descartados para el trasplante. La perfusión ex vivo se utiliza habitualmente para acondicionar los órganos y mantenerlos a una temperatura adecuada antes del trasplante, pero en esta ocasión, se empleó además para infundir la combinación de enzimas. Para comprobar la efectividad de la técnica, otro pulmón se utilizó como control.

Los científicos comprobaron que el cóctel había sido capaz de eliminar el 97% de los antígenos tipo A presentes en los vasos del pulmón en un periodo de cuatro horas. Y mediante un experimento que imitaba las condiciones de un trasplante incompatible, los científicos pudieron constatar que los pulmones tratados no mostraban signos de rechazo. A todos los efectos se habían convertido en pulmones de tipo 0.

Los científicos se muestran muy optimistas con el logro y esperan iniciar un ensayo clínico en el próximo año y medio.

“Todavía es una experiencia preclínica, no sabemos si estos pulmones trasplantados tendrían el mismo comportamiento, pero sí parece que con este abordaje se podrían transformar potencialmente pulmones y entiendo que otro tipo de órganos del grupo a A a grupo 0”, expone Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).

“Si potencialmente pudiéramos generar pulmones u órganos en los que el grupo sanguíneo ya no tuviera esa relevancia, aumentaríamos las posibilidades de trasplante, particularmente de los pacientes que tienen más dificultades”, añade Domínguez-Gil, quien recuerda que debido a que sólo pueden recibir donaciones de personas con su mismo grupo sanguíneo, “habitualmente los receptores grupo 0 son los que tienen una mayor dificultad para trasplantarse o tarden más tiempo en trasplantarse”.

Para evitar que las personas con estas características se vean penalizadas en el acceso a un trasplante, en España los criterios de asignación establecen que, salvo excepciones, los órganos de grupo 0 se utilicen en receptores de grupo 0. Pero, en general, en todo el mundo, estos pacientes tardan más que el resto en recibir un trasplante.

Según datos de la ONT, con respecto al pulmón, en 2021 el 50% de los pacientes de cualquier grupo sanguíneo se trasplantó en 4 meses. Los de grupo 0, tardaron de mediana 123 días, mientras el grupo B, 109 y el A, 92.

Aunque el abordaje que proponen los investigadores canadienses es innovador, Domínguez-Gil recuerda que hay experiencias previas de trasplantes AB0 incompatibles.

“En España, con diferentes aproximaciones, se han realizado trasplantes AB0 incompatibles en riñón e hígado y se ha hecho varios casos de trasplante cardiaco infantil”.

“Lo que se hace es utilizar una estrategia de desensibilización en el receptor. Se trata al receptor para evitar que se produzca ese fenómeno de rechazo hiperagudo por la incompatibilidad del grupo sanguíneo. Se han conseguido buenos resultados, pero es cierto que la carga de inmunosupresión y el tratamiento que le tienes que hacer al receptor puede generar más complicaciones que un trasplante AB0 compatible”, señala Domínguez-Gil.

En el caso de los niños, hace relativamente poco tiempo se puso en marcha un programa de trasplante cardiaco AB0 incompatible para niños de hasta 14 meses de edad mediante técnicas que se aprovechan de la inmadurez de su sistema inmunológico para evitar el rechazo.

“En estos casos, la estrategia pasa por el tratamiento del receptor”. Con este nuevo abordaje, en cambio, lo que se transforma es el órgano.

“Lo que proponen en este trabajo es justo la idea contraria: convertir el órgano en un injerto universal. Así se consiguen más opciones de trasplante para los pacientes que están en lista de espera”, apunta Alberto Jáuregui, jefe del Servicio de Cirugía Torácica y Trasplante Pulmonar del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

A este experto, que pronto iniciará un programa de trasplante AB0 incompatible similar al que ya se hace en trasplante cardiaco infantil, no le sorprende que este avance proceda del grupo de Toronto. Si bien el primer trasplante de pulmón realizado en un humano fue en 1963 por el equipo del cirujano estadounidense James Hardy, el injerto funcionó solo unos días. Tras esa experiencia, hubo algunos intentos más en diferentes partes del mundo, no obstante, la falta de desarrollo de la inmunosupresión no permitió la implantación de esta técnica hasta bien entrada la década de 1980. Entonces, un equipo del Hospital General de Toronto publicó en ‘The New England Journal of Medicine’ su experiencia con dos pacientes que recibieron el trasplante de forma exitosa; los enfermos no solo habían sobrevivido a la cirugía, sino que tuvieron un seguimiento a largo plazo.

Desde entonces, este centro canadiense “ha sido la punta de lanza del trasplante pulmonar. Si en nuestro hospital hacemos cien trasplantes pulmonares al año, allí se realizan 200”. Entre las contribuciones del grupo de Toronto al avance de este tipo de injertos, se encuentra el desarrollo de la técnica de perfusión ex vivo para conservar el pulmón fuera del organismo. “Ideada originalmente por el científico sueco Stig Steen, en Toronto se llevó a otra dimensión, de forma que además de conservarlos fuera del cuerpo, repara los pulmones en un estado que a priori no se consideraría para trasplante”.

Tanto Domínguez-Gil como Jáuregui, que ha sido el responsable del equipo que llevó a cabo el primer trasplante de pulmón en España en un enfermo con Covid-19, y que recientemente también ha realizado un tercer trasplante bipulmonar a una misma paciente, considera que todavía hay que esperar al desarrollo clínico de este avance. Llevará unos años de investigación, y de que se confirme la seguridad de todos los pasos, antes de que pueda utilizarse en pacientes con garantías. “Tenemos que ver qué ocurre a largo plazo con las personas que se trasplantan con esta técnica, y para ello, hará falta tiempo, pero es un paso valiente que en un futuro puede ayudar a aliviar la lista de espera”.

Fuente: Consenso Salud

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