También hay enorme potencial en IA para gestión poblacional, prevención secundaria, seguimiento domiciliario y en la integración de datos provenientes de diferentes fuentes
Los pacientes ganan mayor rapidez en
los diagnósticos, menor probabilidad de errores, seguimiento personalizado y
mejor coordinación entre áreas clínicas (Imagen ilustrativa Infobae)
En los últimos años, la inteligencia
artificial (IA) ha dejado de ser una promesa para convertirse en una
herramienta concreta en distintos sectores. En salud, ya existen
experiencias reales que demuestran su valor para optimizar procesos, mejorar
decisiones clínicas y beneficiar a pacientes y equipos de trabajo.
En nuestro país, instituciones
como el Hospital Italiano de Buenos Aires han desarrollado modelos propios de
IA para la predicción de riesgo de internación o reingresos hospitalarios.
Además, el modelo ArtemisIA, del servicio de Patología Mamaria del mismo
hospital, sirve de apoyo en decisiones diagnósticas para minimizar la variación
interoperador.
El Hospital El Cruce aplicó IA en
patología digital, y otros centros privados utilizan la misma tecnología en la
lectura automatizada de imágenes radiológicas.
En América latina, el Hospital
Albert Einstein (Brasil) y sistemas públicos en Colombia también han comenzado
a incorporar IA en triaje y análisis de big data sanitario.
Los modelos más utilizados se
entrenan con historias clínicas electrónicas, imágenes médicas (radiografías,
tomografías) y datos administrativos anonimizados. Varían desde desarrollos
internos apoyados por áreas de informática hasta licencias con proveedores
externos.
Los resultados ya observados
incluyen:
·
reducción de tiempos de diagnósticos (más
rápidos, precisos y evitando repetición de prácticas),
·
priorización de pacientes con riesgo,
·
automatización de tareas administrativas como
asignación de turnos o codificación de prestaciones,
· y particularmente la reducción de la carga
administrativa de los profesionales de la salud, liberando tiempo para la
atención clínica.
Los beneficios para los
pacientes son concretos:
·
rapidez en los diagnósticos,
·
menor probabilidad de errores,
·
seguimiento personalizado
·
y mejor coordinación entre áreas clínicas-
En algunos
casos, también significa
·
evitar estudios innecesarios
·
o recibir alertas tempranas que permiten actuar
a tiempo.
Una gran oportunidad reside en
llevar estas herramientas a las pymes de salud, que representan la mayor parte
del sistema, pero carecen de escala tecnológica.
También hay enorme potencial en
IA para:
·
gestión poblacional,
·
prevención secundaria (detección de recaídas),
·
seguimiento domiciliario
· y en la integración de datos provenientes de
diferentes fuentes (clínicas, sociales, ambientales).
Las barreras son múltiples: falta
de interoperabilidad, escasa calidad de los datos cargados, bajo conocimiento
técnico, y marcos regulatorios aún en construcción.
Para superarlas, proponemos tres
caminos:
·
sensibilización y formación, como la que
promueve CADIME;
·
inversión gradual pero sostenida en
infraestructura digital básica;
·
y alianzas estratégicas entre prestadores,
universidades y organismos públicos.
La IA no es magia ni reemplazo
del juicio clínico. Es una herramienta poderosa que, bien implementada, puede
democratizar el acceso a innovación.
Por Julia Ismael
No hay comentarios.:
Publicar un comentario