Los
centros sanitarios están formados de una red invisible de sistemas que
deben funcionar a la perfección para que los profesionales sanitarios puedan
realizar su trabajo, al mismo tiempo que se garantiza el bienestar de los
pacientes. Ese entramado técnico y logístico es responsabilidad del Facility
Management y los equipos de mantenimiento técnico, piezas clave para que la
atención sanitaria sea posible.
Y
es que, estas figuras permiten un correcto mantenimiento de
infraestructuras con necesidades tan específicas como las diferentes zonas de
los hospitales, donde conviven tecnologías de vanguardia con procesos
clínicos especializados. Desde los sistemas de climatización en quirófanos
hasta los generadores de emergencia o los ascensores exclusivos para pacientes
críticos, cada elemento debe funcionar con precisión.
Los
programas de mantenimiento eficientes deben tener como elemento clave la
disciplina de anticiparse a los problemas y gestionar cada intervención
con total control. Para ello, es necesario diseñar concienzudamente el
mapa de los servicios técnicos, teniendo en cuenta aspectos clave como los
equipos e instalaciones que tienen mayor impacto operativo o de seguridad,
elaborar calendarios de revisión, asignar los recursos y la integración con
el Sistema de Gestión de Mantenimiento Asistido por Ordenador (CMMS).
Sistemas
como la climatización, el suministro eléctrico, la iluminación, los ascensores
o el agua caliente sanitaria son elementos fundamentales para garantizar un
entorno seguro, higiénico y funcional. Un fallo técnico, por mínimo que
parezca, puede interrumpir servicios clave, comprometer tratamientos o
poner en riesgo la salud de los pacientes, especialmente los más vulnerables.
Al
mismo tiempo, la incorporación de herramientas digitales en la gestión
del mantenimiento también ha adquirido un papel esencial para garantizar la
seguridad del paciente y la fiabilidad de las instalaciones sanitarias. El
control de variables como la temperatura, la humedad o la calidad del aire es
vital y, en este contexto, los sensores IoT (Internet of Things) permiten
una supervisión continua en tiempo real, generando alertas ante cualquier
incidencia que pueda comprometer la integridad del entorno clínico.
Por
otro lado, la Inteligencia Artificial se está consolidando como una
herramienta clave no solo para detectar fallos, sino para predecirlos con
antelación. Gracias al análisis de grandes volúmenes de datos
históricos y actuales, los algoritmos pueden identificar patrones de desgaste,
uso o mal funcionamiento, lo que permite programar intervenciones con
antelación y reducir así las interrupciones inesperadas o los riesgos técnicos
en zonas críticas.
El
diseño correcto del Facility Management puede reducir los costes, puesto que actuar de manera preventiva
y predictiva evita reparaciones de urgencia, minimiza los consumos energéticos
y extiende la duración de los activos. Además, ofrece mayor fiabilidad
operativa mediante espacios y equipos que funcionan sin interrupciones,
mejorando así la productividad y la satisfacción de pacientes y profesionales.
Al mismo tiempo, la monitorización continua y la optimización de
recursos energéticos contribuyen a construir un modelo más sostenible,
reduciendo las emisiones y favoreciendo el uso responsable de materiales.
Así
pues, el Facility Management, junto con una gestión eficiente del mantenimiento
de instalaciones y servicios, constituye un pilar esencial para
alcanzar la excelencia operativa y ofrecer un verdadero Bienestar Sanitario. Mediante
una planificación rigurosa, un registro preciso y una supervisión constante
respaldada por tecnología, el mantenimiento se convierte en un recurso
estratégico. Apostar por un modelo integral de FM permite no solo reducir
costes y asegurar la continuidad operativa, sino también crear espacios más
seguros, funcionales y sostenibles.
Fuente
Hospitecnia
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