La doctora Patricia Ruiz, funcionaria
de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y una de las coordinadoras de
la Red Latinoamericana y del Caribe para el Fortalecimiento de los Sistemas de
Información de Salud (RELACSIS), enfatizó que “la cobertura y la calidad de los
datos son necesarias para evidenciar que las políticas públicas en salud estén
acordes a la realidad de los países”.
Por Matías A. Loewy
Médica
epidemióloga nicaragüense, exdocente universitaria y actual jefa de la unidad
de Sistemas de Información para la Salud y Plataformas del Departamento de
Evidencia e Inteligencia para la Acción en salud (EIH/IS) de
la Organización Panamericana de la Salud (OPS), con sede en Washington DC,
la doctora Patricia Ruiz es una abanderada de la importancia de
disponer de estadísticas vitales adecuadas para conocer la realidad y
establecer prioridades en políticas de salud. “No podemos estar diciendo que
tenemos buenos indicadores si la cobertura y la calidad del dato que están
sustentando ese indicador es deficiente. Nos estamos queriendo engañar”,
sostuvo.
Ruiz es uno de los
tres coordinadores de RELACSIS: la Red Latinoamericana y del Caribe
para el Fortalecimiento de los Sistemas de Información de Salud, una comunidad
de prácticas que cuenta con miembros de más de 25 países y que es
componente del Plan Regional para el Fortalecimiento de las Estadísticas
Vitales y de Salud, establecido por la OPS en 2008. De paso por Buenos Aires,
donde organizó y expuso en sesiones plenarias y mesas redondas
de la IX Reunión de RELACSIS, Ruiz brindó una entrevista a E-Health
Reporter Latinoamérica.
Uno de los lemas
de RELACSIS es que “el derecho a la salud empieza con el derecho a la
información de calidad”. ¿Puede ampliar el concepto?
Para las cosas que
requieren tomar acción, necesitamos una evidencia. Evidencia para comprobar,
para demostrar, para establecer las relaciones de prioridad y poder decir dónde
están los problemas. Ese es el punto. La cobertura y la calidad de los datos
son necesarias para evidenciar que las políticas públicas en salud estén
acordes a la realidad de los países.
¿Cuál sería su
mirada sobre la situación de los sistemas de estadísticas vitales en la
región?
Los sistemas de
estadísticas vitales tienen ese nombre y existen desde los tiempos de la
colonia. Pero la gama del fortalecimiento, desarrollo y consolidación de estos
sistemas difieren en los países. Requieren de financiamiento, de la formación
del recurso y del interés de las autoridades por mejorar los datos y la
información. El problema es que los tiempos políticos suelen diferir de los
tiempos técnicos. Los ministros a menudo necesitan mostrar ciertos resultados, como
la construcción de un hospital o la aplicación de vacunas. En cambio, nadie
reclama por las estadísticas vitales, la población no demanda que funcionen
bien. Esa es una limitación que tenemos.
De todas las
estadísticas vitales, ¿cuáles son las que plantean más desafíos?
Las dos
estadísticas vitales son los nacimientos y las defunciones. Para los efectos de
la salud pública, lo esencial es saber dónde nacen, cómo nacen, dónde mueren y
de qué mueren [los habitantes]. Muchos de los indicadores de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible surgen de esas dos grandes vertientes de la información.
¿En qué medida
afecta que un país tenga, digamos, un 20% de subregistro de muertes?
Uno de los
problemas es que se torna difícil evaluar el impacto de políticas para reducir,
por ejemplo, la mortalidad materna o infantil, porque se ignora cuánto de ese
subregistro corresponde a esos indicadores. Por eso es fundamental una buena
base de datos de mortalidad, con la mejor cobertura y calidad del registro. Es
muy importante especificar la causa. Consignar que una persona murió por un
“paro cardiorrespiratorio” no brinda información. ¿Lo asesinaron? ¿Tuvo un
infarto? Según el último informe de indicadores básicos de la OPS, la
proporción de causas mal definidas o ignoradas de muerte es del 2,9% en las
Américas [aunque hay países en los que esa cifra supera el 10 y hasta el 20 por
ciento].
¿Cuál es la
relación de la calidad de las estadísticas vitales con el desarrollo de los
sistemas de información en salud de los países y el proceso de transformación
digital?
Estamos tratando
de apuntar a esos nuevos desafíos. En ese sentido, la OPS como cuerpo directivo
impulsa un plan de acción para fortalecer no solo las estadísticas vitales,
sino también los sistemas de información para la salud. Obviamente, si un país
estuviera interconectado, con productos o sistemas interoperables, sería
fantástico… pero solo si el dato que se ingresa es adecuado en su calidad y en
su cobertura. De otro modo, vamos a tener una maravilla [de sistema], pero que
genera información inadecuada.
¿El error en la
calidad de los datos es un problema de capacitación de los médicos o de los
codificadores? ¿Cuáles son las barreras que impiden disponer de datos
confiables?
Es una cadena, hay
muchos factores. La base de datos de mortalidad surge del certificado de
defunción. Si el médico, que lo tiene que llenar, no está capacitado, ahí
comenzamos con el problema. Y es de destacar que muy pocas facultades de
medicina incluyen este tema en sus programas. Otro inconveniente puede derivar
de la codificación. Pero, además de todo eso, es clave la oportunidad. Hay
áreas de mi país donde no tengo quién llene. Es una cuestión de recursos
humanos, de la capacitación de ese recurso y del acceso que tenga la gente. Hay
países que han puesto un registro al lado del hospital donde nacen los niños,
y, sin embargo, las mujeres lo iban a registrar a sus lugares de origen, porque
eso les confería ciertos beneficios. Ahí perdemos la oportunidad del registro.
De ahí la importancia de un plan que permita ver de manera integral en base a
la realidad de cada país, evaluar los niveles de madurez de sus sistemas y
constatar qué están haciendo bien y dónde pueden aprovechar la experiencia de
otros países de la región para subsanar aquello que les falta.
¿Cuál será la
ventaja de la implementación amplia en la región del sistema IRIS para la
codificación automatizada de muertes? (https://ehealthreporter.com/es/noticia/sistema-de-codificacion-automatizada-iris/)
Acelera el
proceso. Por ejemplo, si un codificador en una semana puede codificar tantos
certificados de manera manual, con el IRIS eso tarda dos horas. Es más ágil y bastante
preciso. Eso se alimenta con la base de datos que el certificado de defunción
genera, por eso es clave que el médico registre bien la causa de muerte.
¿De qué manera el
avance de la historia clínica electrónica podría mejorar la calidad de las estadísticas
vitales?
Son caminos que
esperamos que en algún momento se puedan encontrar. Hay países como Estados
Unidos que implementaron el registro médico electrónico hace mucho tiempo, y
hemos hecho webinars sobre la vinculación o no de esos registros con los
procesos de codificación. ¿Por qué? El médico no tiene que codificar, el médico
tiene que ver al paciente y atenderlo… y meter una serie de codificaciones
dentro del registro electrónico predispone [al error]. Quizás se desarrollen en
el futuro nuevas tecnologías que permitan minimizar ese sesgo y que generen un
código de manera automática a partir del diagnóstico. Pero es un tema en
discusión.
Leído en eHealth
Reporter
No hay comentarios.:
Publicar un comentario