Procedimiento para la gestión del riesgo que refleja el direccionamiento estratégico en la prestación de los servicios y mide la seguridad institucional.
Los
recursos técnicos y científicos aplicados por las organizaciones sanitarias
están enfocados a asegurar una prestación del servicio que ofrezca impacto
positivo a la salud de sus pacientes. Cuando este impacto se ve opacado por los
daños ocasionados en sus eventos adversos, y su patrimonio y prestigio se ven
expuestos, surge la necesidad de gestionar los riesgos en la prestación del
servicio. Es justamente en ese momento que las organizaciones invierten en
procesos de auditoría que la mayoría de las veces estudian lo que pasó, aunque
ya sea demasiado tarde. Estas inversiones “a ciegas” están enfocadas a aprender
del error, para no repetirlo, lo cual es por completo válido y valioso, pero no
suficiente.
El
camino hacia la mejora continua y la calidad superior en salud, aunque
deseable, trae consigo incertidumbre a la alta dirección de clínicas y
hospitales sobre si los pasos que se están dando son los apropiados, y si los
recursos girados están obteniendo el beneficio esperado. Justamente allí es
donde se hace necesario contar con herramientas que ofrezcan beneficio en la
toma de decisiones y certeza de la efectividad de las inversiones.
Una
metodología de auditoría durante la prestación del servicio, y con enfoque
holístico de la atención, ayudaría a evaluar el impacto y la gestión del
riesgo. La Clínica del Country, en Bogotá, Colombia, con ayuda de un grupo
asesor externo, se ha puesto a la tarea de allanar ese camino y ofrecer a sus
líderes de procesos clínicos y administrativos información útil, que les
permita conocer a diario la evolución de la implementación de las medidas
definidas desde el direccionamiento.
¿De dónde se
partió?
El
ejercicio se construyó con base en dos parámetros fundamentales: qué quiere y
espera el direccionamiento estratégico de la gestión de su prestación de
servicio y de qué manera ha definido hacerlo. Sobre el primer punto, en la
visión se puso como meta ser una organización reconocida por una prestación de
servicios de salud con excelente seguridad. Sobre el segundo, se definió
hacerlo bajo cinco atributos de calidad: calidez, seguridad, oportunidad,
eficiencia y eficacia.
El
programa de seguridad clínica está enfocado en hacer gestión al cumplimiento de
las metas internacionales de seguridad del paciente definidas por la Joint
Commission (JC), con adición de los criterios para evitar lesiones con
equipos biomédicos de alto riesgo y la aparición de úlceras por presión. A continuación,
se presentan algunas de las estrategias implementadas en el desarrollo del
programa:
1. Identificación correcta: tres
identificadores de paciente y procedimientos para su revisión periódica.
2. Comunicación efectiva:
estrategias de comunicación oral, tales como el SBAR, que en español es SAER
(Situación, Antecedentes, Evaluación y Recomendación), y el SOAP (Subjetivo, Objetivo,
Análisis y Plan) en las evoluciones de las historias clínicas. Protocolos de
comunicación con el paciente y su familia, desde su ingreso hasta su salida.
3. Medicamentos de alto riesgo:
revisión sistemática de su clasificación, instrucción permanente a los
profesionales, barreras de seguridad en la entrega, dispensación y aplicación
de los mismos, entre otras.
4. Sitio, procedimiento y paciente
correcto: listas y doble chequeo, marcación previa y por el paciente, pausas
quirúrgicas, rutinas de revisión por todo el equipo, entre otras.
5. Reducción del riesgo de
infecciones: cinco momentos de lavado de manos, políticas de aislamiento,
esterilización, reuso y manejo de antibióticos, control de limpieza y
desinfección, entre otras.
6. Reducción de riesgo de caídas y
úlceras: protocolo de identificación de pacientes en riesgo, listas de chequeo,
revisiones periódicas por el equipo de salud, camas con barandas de seguridad,
acompañamientos adicionales de personal de salud, movilización temprana,
masajes, entre otras.
7. Quemadura por equipos de alto
riesgo: listas de chequeo y revisiones previas, control de mantenimientos
preventivos, acceso del profesional tratante a la hoja de vida del equipo que
va emplear, control de dispositivos externos empleados por profesionales, entre
otras.
El
retorno a la inversión en tiempo de enseñanza al equipo de salud implicado en
la gestión de estas estrategias, en recursos para su implementación, en su
control y seguimiento no es fácil de establecer, para poder definir cuáles de
ellas son las efectivas.
¿Cuáles
de estas estrategias son las apropiadas? ¿Cuáles de ellas son las efectivas?
¿Se están haciendo de la manera planeada? ¿Cuál es su verdadero
costo-beneficio? Estas preguntas asaltan día a día al equipo de salud y a la
alta dirección, y sus respuestas no pueden ser solo casuísticas particulares y
anecdóticas.
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Jaime Alfredo Agudelo S., MD
Jefe
de Calidad de la Clínica del Country, Bogotá, Colombia. Consultor FDF
Consulting, profesional externo del Icontec.
Fuente: El
Hospital
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