En los últimos años, han surgido tratamientos médicos revolucionarios a base de anticuerpos monoclonales (proteínas que imitan las defensas inmunitarias del propio organismo) que pueden luchar contra una serie de enfermedades, incluidos algunos cánceres y trastornos autoinmunes como la enfermedad de Crohn. Aunque estos fármacos funcionan bien, uno de sus inconvenientes es que hay que inyectarlos, lo que, por sus características, es aparatoso y puede resultar un tanto problemático.
Un
equipo de ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en
Estados Unidos, en colaboración con científicos del hospital BWH (Brigham and
Women's Hospital), en la ciudad estadounidense de Boston, y la empresa Novo
Nordisk con sede en Dinamarca, está trabajando en una estrategia de
administración alternativa que podría hacer mucho más fácil para los pacientes
beneficiarse de la acción de los anticuerpos monoclonales y otros fármacos que
suelen tener que inyectarse. Prevén que los pacientes puedan simplemente tragar
una cápsula que lleve el fármaco y que luego la propia cápsula inyecte
directamente en el revestimiento del estómago.
En
sus experimentos más recientes, el equipo de Giovanni Traverso, profesor en el
MIT, ha demostrado que sus cápsulas pueden utilizarse para administrar en
cerdos no solo anticuerpos monoclonales, sino también otros fármacos proteicos
de molécula grande, como la insulina.
La
mayoría de los fármacos proteicos de molécula grande no pueden administrarse
por vía oral porque las enzimas del tracto digestivo los descomponen antes de
que puedan ser absorbidos. Traverso y sus colegas han estado trabajando en
muchas estrategias para administrar dichos fármacos por vía oral, y en 2019,
desarrollaron una cápsula que podría utilizarse para inyectar hasta 300
microgramos de insulina.
Esa
píldora, del tamaño de un arándano, tiene una cúpula alta y empinada inspirada
en el caparazón de la tortuga leopardo. Al igual que la tortuga es capaz de
enderezarse si queda tumbada sobre su espalda, la cápsula es capaz de
orientarse para que su aguja pueda inyectarse en el revestimiento del estómago.
En la versión original, la punta de la aguja estaba hecha de insulina
comprimida, que se disolvía en el tejido tras ser inyectada en la pared del
estómago.
La
nueva píldora mantiene la misma forma, lo que permite que la cápsula se oriente
correctamente una vez que llega al estómago. Sin embargo, los investigadores
rediseñaron el interior de la cápsula a fin de que pueda utilizarse para
administrar fármacos líquidos, en mayores cantidades: hasta 4 miligramos.
La nueva píldora puede inyectar grandes
cantidades de anticuerpos monoclonales y otros fármacos en el revestimiento del
estómago tras su ingestión. A la derecha, se muestra el estómago con la cápsula
posicionada en su interior del modo idóneo. A la izquierda, puede verse una
ampliación de la cápsula inyectando fármaco en el tejido mediante su aguja
retráctil. (Imagen: gentileza del equipo de investigación. CC
BY-NC-ND 3.0)
La
administración de fármacos en forma líquida puede ayudar a que lleguen más
rápidamente al torrente sanguíneo, lo que es necesario para medicamentos como
la insulina y la epinefrina, que se utiliza para tratar respuestas alérgicas.
Los
investigadores diseñaron su dispositivo para que actúe en el estómago, en vez
de hacerlo en partes posteriores del tubo digestivo, porque el tiempo que tarda
algo en llegar al estómago después de ser ingerido apenas varía de una persona
a otra. Además, el revestimiento del estómago es grueso y musculoso, lo que
facilita inyectar fármacos y mitigar los efectos secundarios perjudiciales.
Traverso
y sus colegas exponen los detalles técnicos de su innovación en la revista
académica Nature Biotechnology, con el título “Oral delivery of systemic
monoclonal antibodies, peptides and small molecules using gastric
auto-injectors”.
Fuente: NCyT
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