La inclusión digital implica acceso apropiado, habilidades digitales y aspectos de usabilidad y navegabilidad en el desarrollo de soluciones tecnológicas. La Salud Digital inclusiva es uno de los principios rectores para la transformación digital de la salud.
Por Pablo
Pereyra Murray.
La pandemia aceleró poderosamente la digitalización de la
Salud. Sin embargo, surge el riesgo de que la Salud Digital, tan dependiente de
la tecnología, profundice aún más la inequidad en la atención de la población
en situaciones vulnerables.
La inclusión es uno de los ocho principios rectores para
la transformación digital de la salud, enumerados por la Organización
Panamericana de la Salud (OPS). Inclusión digital implica acceso apropiado,
habilidades digitales y aspectos de usabilidad y navegabilidad en el desarrollo
de soluciones tecnológicas, ya que es clave llegar a las poblaciones en
situación de mayor vulnerabilidad y también a aquellas personas y grupos
poblacionales que no están digitalmente alfabetizados.
«Una forma de disminuir barreras es pensar las soluciones
digitales con las premisas Mobile First and Off-line First”,
afirma Daniel Rizzato Lede, experto en Informática médica y consultor
de la OPS.
«Esto implica, por ejemplo, diseñar soluciones para
teléfonos móviles de baja gama, pantalla pequeña y con baja capacidad de
procesamiento, e incluso con posibilidad de ser utilizadas con poca,
intermitente, o nula conectividad a internet», agrega y explica que, aun
teniendo dispositivos móviles tipo smartphones, la instalación
de nuevas aplicaciones puede ser también una restricción al acceso para parte
de ciertas poblaciones. «Y las aplicaciones de uso habitual pueden no cumplir
estrictamente con normas de seguridad del tipo HIPPA, pero se pueden imponer
por funcionalidad», concluye el experto.
“Durante la pandemia y consecuente crisis sanitaria, se
generalizaron espontáneamente aplicaciones comunes de mensajería”,
comenta Patricia Maggio, conductora de un equipo para seguimiento a
distancia de pacientes con Covid-19 en el Hospital Municipal de Enfermedades
Respiratorias María Ferrer, de la Ciudad de Buenos Aires.
«Atendimos predominantemente pacientes de bajos ingresos
del Sur de la Ciudad de Buenos Aires y del Conurbano Sur, quienes
indefectiblemente accedían mediante WhatsApp en modo audio, dada las
limitaciones de las conexiones», dice Maggio y destaca la sincronía con el
bot de la Ciudad de Buenos Aires, y la sinergia con los centros públicos de
hisopado vía la historia integral de salud de la Ciudad de Buenos Aires.
Por su parte, desde 2019 el “Chat Crecer”, un “bot”
que brinda recomendaciones a mujeres embarazadas del Municipio de Pilar y
Derqui, en la Provincia de Buenos Aires, «se apalancó en Facebook
Messenger, una aplicación de comunicación habitual entre estas mujeres»,
cuenta Florencia Rolandi médica cardióloga y Magister en
Efectivad Clínica de la UBA. «Fueron fundamentales para el éxito de esta
iniciativa el trabajo en terreno y la interacción con las obstétricas
(matronas) y con los funcionarios políticos», agrega.
En el mismo municipio, Sergio Montenegro, un
médico especializado en salud digital, comenta que desarrolló una solución que
opera a través del portal “Mi Muni” en el que se generan turnos
online alineados con la oferta actualizada de prestaciones, facilitando
enormemente el acceso. “En salud digital para poblaciones
carenciadas se trata de hacer más con menos y de adaptarse a las
necesidades y cultura de las personas y del barrio”, dice.
“Obviamente las herramientas tienen que ser fáciles
de manejar e interoperables, pero también inclusivas de personas mayores o
discapacitadas”, refuerza el especialista y agrega que «se necesita
el soporte del gobierno e instituciones barriales para acceder a
banda ancha en lugares marginados, además de contar con personas físicas que
enseñen y ayuden a operar las plataformas».
En Chile, la directora del Centro Nacional en Sistemas de
Información en Salud (CENS), May Chomali, destaca la
solución SISTAM (Sistema de Salud Territorial para el Adulto
Mayor) que fue desarrollada por el Centro Interdisciplinario Gerópolis de
la Universidad de Valparaíso e implementada en una comuna muy poblada de la
Región Metropolitana de Santiago, en el marco de una alianza público-privada –
entre el Municipio de Maipú, la Cámara de Innovación Farmacéutica y el mismo
CENS-.
La solución analiza a distancia las necesidades
socio-sanitarias para focalizar la atención en el territorio y domicilios de los
usuarios, mediante georreferenciación. Además, permite la interacción
personal y próximamente la programación de citas y el seguimiento de marcadores
e intervenciones de salud.
Chomali destaca también el programa Telesalud,
basado en “Teletriage en APS”, desarrollado durante la pandemia por el
Ministerio de Salud de Chile (MINSAL). El mismo permite priorizar la
atención primaria según la urgencia, riesgo y necesidades mediante un
software abierto – que ya fue probado en la ciudad chilena de Los Angeles- y
con el que esperan alcanzar los dos millones de usuarios para el 2023.
«De esta forma, eventualmente, se convertiría en la
primera base de la atención de la Salud Pública de Chile«, concluye la
directora del CENS.
Atender todas las vulnerabilidades
La Salud Digital Inclusiva debe cubrir
vulnerabilidades más allá de la socioeconómicas, como es el caso de
las Enfermedades Huérfanas, en particular las metabólicas congénitas que
requieren atención intensiva de distintos prestadores de salud.
En Colombia donde ya hay legislación promulgada en 2010 y
2011 para asegurar su cobertura y atención, la geografía montañosa y la
carencia de especialistas dificultan aún más la atención de estos pacientes.
CENCIS, una IPS especializada en programas
de seguimiento y acompañamiento de pacientes basada en Bogotá,
desarrolló un programa de soporte de pacientes con Enfermedades Huérfanas, que
incorpora servicios de telemedicina a demanda a través del software Spectator.
«El mismo facilita, entre otros servicios, la elemental provisión mensual de
prescripciones por parte de los médicos tratantes», explica Juan
Benavides, Médico, Magister en Salud Pública y Director de la IPS.
Asimismo, la Salud Digital Inclusiva debe integrar
también a los propios prestadores de salud menos favorecidos.
Es así como en México, y dada la disrupción en la Salud
Mental de la población durante la pandemia de Covid-19 y el acceso limitado a
los servicios especializados, surge el «Programa Nacional de Telementoría
en Salud Mental y Adicciones» destinado al personal de salud del primer y
segundo nivel, actualmente en proceso de reclutamiento y coordinación por el
Consejo Nacional de Salud Mental.
Mediante sesiones virtuales semanales, equipos
multidisciplinarios especializados en salud mental brindarán orientación y
capacitación al personal de salud. El programa tiene considerada la extensión a
proveedores de salud mental privados.
Soluciones de Código Abierto
Fundamentales para democratizar el acceso a soluciones
digitales de calidad son los “Bienes Públicos Digitales Globales”, que
surgen de la colaboración de diferentes países y organizaciones, que diseñan y
desarrollan soluciones de código abierto. Esto permite su libre aplicación
en cualquier territorio sin pago de licencias.
ANDES, una solución de código abierto desarrollada por un
equipo interdisciplinario del Hospital Provincial de Neuquén, en Argentina,
«fue concebida y enfocada en la necesidad de los propios pacientes, en lugar de
las estadísticas o del pensamiento médico estructurado. También fue pensada en
función de la continuidad en la atención de salud de la comunidad, hasta
incluir una historia de vida antes de nacer y luego de morir», explica Marcelo
Carrascal, Jefe del departamento de Tecnologías de la Información y
Comunicación de ese hospital.
«Consideramos la interoperabilidad con otros
sistemas y fuentes no tradicionales de datos, desterrando desde su
concepción, el concepto de prestación y de facturación por servicios
prestados», enfatiza el experto y comenta que la salud digital
debería convertirse en una política de estado y que su futuro se basa
en «un pensamiento auténticamente digital».
Con la perspectiva de bienes públicos globales digitales,
la Universidad de Oslo (UIO) lleva veinte años
desarrollando “open-source software” para países más vulnerables.
«Setenta países usan la plataforma DHIS2 en sus sistemas
de salud pública», dice Mike Frost, consultor senior del
Programa del Sistema Informático de Salud (HISP) de esa Universidad.
Iniciaron su trabajo en África, luego Asia y más tarde
llegaron a Latinoamérica. «Incluso Noruega comenzó a usar la plataforma en 2020
para el seguimiento de casos de COVID-19 al ver que esta herramienta superaba
ampliamente la gestión en planillas de cálculo que utilizaban al principio», explica
Frost.
“Nos enfocamos en la estructura digital de cada país,
para poder instalar sistemas abiertos, flexibles e interoperables“,
agrega Enzo Rossi de la misma Universidad, quien destaca
que durante la pandemia pusieron mucha atención en el alcance de la
información a los niveles más bajos posibles y simultáneamente a los que
toman decisiones.
DHIS2 dispone de una aplicación móvil para teléfonos
Android de baja gama, que permite la captura de datos en terreno, incluso sin
conexión a internet. Los datos capturados pueden ser sincronizados con
posterioridad, al conectarse a una red móvil o de WIFI.
Mediante una colaboración entre la Universidad de Oslo y
la Organización Mundial de la Salud (OMS) se han desarrollado módulos
preconfigurados para dar respuesta a múltiples casos de uso de salud pública,
como vigilancia de COVID-19 y otras enfermedades, distribución y aplicación de
vacunas, seguimiento de pacientes con HIV o tuberculosis, entre otros.
Leído en eHealth Reporter
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