Todos necesitamos datos del
otro que no tenemos, y para obtenerlos debemos poder interoperar de manera
segura y confiable, sin que nadie acapare poder con los datos. La
interoperabilidad, integración e interacción en el sector de la salud y en
cualquier otro depende de tomar la decisión de organizar los datos a través de
ecosistemas con actores y roles definidos, y llevarlos al mejor modelo conocido para que esos datos hablen y se entiendan y produzcan la transformación digital tan
anunciada.
En el caso del sistema de
salud, todos los actores -prestadores, ministerios, estados provinciales,
nacionales y municipales; secretarías, hospitales, centros primarios de
atención, farmacias, pacientes…- deberían poder acceder a la información que
requieren y estén habilitados a contar, con la certeza de que es confiable. Es el
mejor modo de poner al paciente en el centro de la escena porque podrá acceder
a sus datos médicos sin intermediarios, haciendo valer su derecho.
Tanto en la salud como en el
resto de los sectores, la interoperabilidad es una necesidad que se vuelve cada
vez más imperiosa, y comenzó a avanzarse en este sentido en la Argentina a
nivel nacional. A fines del año pasado, trabajadores de la administración
pública de las 24 jurisdicciones del país participaron de jornadas de
capacitación sobre Arquitectura Tecnológica del Ecosistema Digital de
Integralidad. La idea de esta capacitación fue que estos agentes conocieran y
se involucraran en la gestión de los componentes tecnológicos del Ecosistema
Digital de Integralidad (EDI). Y que se percibieran como actores fundamentales
y necesarios para el logro de la transformación digital sustentable en el
Estado, como base para el camino hacia un gobierno digital al servicio del
ciudadano.
La influencia neuquina. De esos encuentros, surgió la iniciativa de la creación de
un EDI, es decir, de una red de componentes que garantice la seguridad,
confidencialidad, trazabilidad y no repudio en el intercambio de datos,
procesos y servicios digitales realizados entre los sistemas informáticos que
usan las personas humanas o las distintas entidades jurídicas.
La finalidad del EDI es mejorar
la integración y la interoperabilidad de los sistemas digitales que operan en
él a través de distintas tecnologías y marcos normativos y conceptuales. Al
cierre de esta edición, estaba por someterse a consulta pública la norma IRAM
17.610 -que tomó mucho del modelo de certificación referencial 14 de Neuquén –
y que busca ser un marco en donde la seguridad sea un estándar que atraviesa a
todos los sectores. Según Rodolfo
Laffitte, uno de los responsables de la transformación digital
de Neuquén, consultor TIC, asesor en integración y uno de los promotores del
modelo de Estonia, “la norma IRAM 17.610 se piensa como un marco de referencia
nacional para ecosistemas de interoperabilidad técnica y operacional; mientras
que en temas semánticos y legales sólo funciona como recomendación”.
Esta aclaración de Laffitte
también se encarga de remarcarla Gustavo
Giorgetti, otro ingeniero neuquino promotor del modelo estonio que fue durante todo el
año pasado uno de los principales capacitadores en EDI. Giorgetti explica que
“lo que se necesita es compartir los datos desde las fuentes que pueden ser
recolectados con el sistema que cada actor elija para hacerlo y con los
estándares semánticos y legales que adhieran, respetando los reglamentos
generales de protección (GPDR) para poder responder a todos los casos de uso”.
Un ejemplo de caso de uso en
salud podría ser el de las farmacias. Para expender medicamentos con recetas
digitales o no, deben ingresar al sistema del prestador -generalmente prepaga u
obra social- para chequear cada receta, consultar el descuento, etc. Y eso debe
hacerlo con cada uno de los sistemas de cada prestador con los que trabaja. En
cambio, si todos estos datos fueran accesibles de manera segura, confiable y
verificable en un solo sistema -que sólo interopera a nivel operacional y
técnico-, la farmacia accedería allí y lograría expender medicamentos de una
manera más sencilla y mucho más eficiente, que redundaría en mejoras para el
resto de los prestadores.
Cada sector puede desarrollar
internamente los sistemas que desee, pero para interactuar e interoperar e
integrar debe respetar estándares. La futura norma IRAM apunta a definir
estándares técnicos, co-crear procesos inter-organizacionales…es decir, acordar
en los procesos con sistemas propios, como, por ejemplo, la receta electrónica.
La rueda ya se inventó. “El modelo de Estonia se desarrolla porque nadie acapara
poder con la información digital”, asegura Laffitte y destaca: “Es un tema
conceptual”. X-Road es una herramienta tecnológica desarrollada por Estonia que
es gratuita, y que garantiza la confidencialidad, la integridad y la interoperabilidad
entre las partes que intercambian los datos. Permite saber quiénes son los
actores del ecosistema y qué transacciones realizan esos actores. “Lo que hace
es generar un canal seguro de intercambio de datos en Internet para todos los
que forman parte del ecosistema, es ´peer to peer´”, explica Laffitte.
El responsable del desarrollo
del núcleo de X-Road es el Instituto Nórdico para Soluciones de
Interoperabilidad (NIIS, por sus siglas en inglés) el cual fue fundado por
Finlandia y Estonia. El NIIS vendría a ser el Red Hat de X-Road. Es el
responsable de la administración, desarrollo, verificación y auditoría del
código fuente; la gestión de la documentación y de los requisitos empresariales
y técnicos, el control del desarrollo, la definición de las políticas de
licencias y distribución, el sporte técnico alternativo para usuarios miembros
y la cooperación internacional.
Preparar el terreno. Para compartir datos desde las
fuentes es necesario minimizar el tiempo para encontrar los datos, minimizar la
desactualización de los datos, maximizar el uso de los mismos estándares de
seguridad, maximizar el no repudio de los mensajes procesados, y minimizar el
tiempo de implementación y readaptación. Un camino que cada vez más países recorren, mirando a Estonia y
aprendiendo sin temores a que este modelo atente contra la soberanía, el
trabajo o la estrategia política o de negocio de nadie.
En Argentina además de la
pionera Neuquén, existen otras provincias que se sumaron a la idea de conformar
un EDI de la administración pública utilizando X-Road para el intercambio de
datos entre los distintos organismos que conforman el ecosistema. Chaco y
Catamarca lo hicieron en 2021, recientemente se sumó Mendoza y la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (CABA) y se espera que en 2022 arranquen también
Córdoba, Santiago del Estero, Santa Cruz, Corrientes y La Pampa.
En general, son las áreas de
modernización de las distintas provincias y grandes ciudades las que buscan
resolver el tema de los trámites digitales, se acercan a X-Road y comprenden
sus ventajas, y se interesan por llevarlo a toda la administración.
De esquina en equina. Para comprender los avances en
interoperabilidad, Giorgetti contrapone tres modelos. El de las dos esquinas
donde se desarrolla una interfaz entre los sistemas, con el inconveniente de
que los datos crecen exponencialmente y nunca se llega a la interoperabilidad total.
El de las tres esquinas -como es el caso del BUS de interoperabilidad en salud-
que soluciona el problema del crecimiento exponencial porque cada actor sólo
debe subirse al BUS y el BUS se encarga de dar respuesta a ese incremento. Sin
embargo, tiene dos problemas: el tecnológico, porque si falla el BUS falla
todo, y el social porque los actores entregan el poder de administrar sus
propios datos.
El modelo de las cuatro
esquinas que se propone con el EDI y con X-Road, en cambio, no tiene límite de
crecimiento, no tiene el problema de la complejidad ni el de la información ni
de quien la administra. X-Road trabaja a nivel técnico y organizacional, no de
estándares sectoriales ni de contenido del dato. Cada actor del ecosistema hace
un pequeño esfuerzo para hablar con X-Road sin importar el desarrollo interno
que tenga de sus sistemas ni los estándares semánticos que utilice o las normas
a las que adhiera.
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