No todos los médicos y pacientes están preparados o dispuestos a aprovechar
las nuevas herramientas de interacción a distancia, según expositores en el VII
Foro de IT Salud Argentina (USUARIA), en Buenos Aires.
Los integrantes del panel de telemedicina en el evento de Usuaria
En América Latina y el resto del mundo, la expansión de los servicios de
telemedicina ha probado tener beneficios clínicos y económicos, por ejemplo,
reduciendo las derivaciones desde el interior a centros de referencia en las
grandes urbes. Sin embargo, esta modalidad todavía puede encontrarse con la
reticencia de médicos y pacientes que prefieren las formas tradicionales de
interacción, o que, en el caso de los profesionales, temen mostrarse como
incompetentes si consultan con colegas.
Así lo señalaron disertantes en VII Foro de IT Salud Argentina (USUARIA), que se
celebró la semana pasada en Buenos Aires.
“Detrás de cualquier iniciativa tecnológica, se necesita una transformación
cultural”, aseguró Carolina Serrano, directora nacional de Procesos y
Gestión del Ministerio de Modernización.
Según presentó Serrano en el encuentro, el área a su cargo está impulsando la
implementación de una Red Nacional de Telesalud que a la fecha tiene 25 centros
conectados en las provincias de Jujuy, Tucumán y Buenos Aires, incluyendo dos
terapias intensivas con herramientas para videoconferencias y segunda consulta
dedicada. La proyección es llegar a 74 centros en julio y 143 en diciembre,
anunció.
La experiencia piloto se lanzó en Jujuy, en noviembre pasado, con el objeto de
testear el modelo, la infraestructura y las distintas variantes de conectividad.
Pero muy pronto emergió la importancia del factor humano.
“Más allá de las capacitaciones, descubrimos que también se requiere un cambio
cultural”, destacó Serrano. “En un hospital de Tilcara, hay una directora que ve
[estas herramientas] como un enorme valor para su comunidad y es la que más
consultas hace [con otro hospital en la Ciudad de Jujuy]. Pero hay otros centros
que no usan tanto esta posibilidad. En algunos casos, quizás tener que preguntar
puede hacer parecer que no se sabe y es más fácil derivar a los pacientes”.
Otro tipo de resistencia cultural observó Vicente Andereggen, gerente de
Gestión Clínica de la empresa de medicina prepaga OMINT, cuando su empresa
implementó en octubre de 2016 un sistema de teleconsulta (videollamados) para
sus afiliados. El objetivo fue ofrecer “respuestas rápidas y confiables para
problemas simples”, en particular, aquellos que no requieren de un examen
físico, mejorando el tiempo de atención y evitando las consultas a la guardia o
visitas a domicilio por temas menores.
Los resultados de la experiencia, dijo Andereggen, han sido muy
positivos. El índice de satisfacción y la disposición a recomendar el médico
online rondaron siempre el 90%. Y ocho de cada diez consultas produjeron la
resolución parcial o total del problema.
“Sin embargo, la expansión de esta modalidad aun requiere de mayor aceptación
por parte de la población. Muchas personas todavía quieren el contacto directo
con el médico”, señaló Andereggen. El grueso de los usuarios del sistema
tuvo entre 18 y 35 años (37%) y, en segundo lugar, entre 36 y 45 (34%).
“Las formas de consulta a distancia se continuarán expandiendo: la tecnología no
tiene límites. Pero el cambio cultural requiere más tiempo”, añadió.
Coincidió Roberto Debbag, coordinador del Programa de Telemedicina del
Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan, de Buenos Aires, que ya tiene más de 220
centros conectados en todas las provincias del país.
“La telemedicina no es sólo tecnología”, dijo. “Los procesos de asistencia
médica a distancia implican la gestión del conocimiento y el componente humano
como aspectos esenciales para su desarrollo”.
Leído en eHealth Reporter
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