En los últimos meses hemos sido testigos de cómo la medicina se ha volcado en la lucha contra el coronavirus. Y, recientemente, un grupo de científicos han diseñado nanopartículas capaces de atrapar y eliminar el SARS-CoV-2.
La
irrupción de la pandemia de
coronavirus hace algo más de un año ha supuesto una auténtica
revolución en el mundo no solo de la salud, sino de la ciencia en sí, ya que
nunca antes se habían puesto tantos esfuerzos para luchar contra un nuevo
virus, ni se habían movilizado tantas empresas, científicos y gobiernos a la
vez.
Así, mientras que cada día se
publicaban docenas de estudios científicos sobre el SARS-CoV-2
y la COVID-19
(la enfermedad causada por el virus), antes de finalizar 2020 fueron aprobadas
las primeras vacunas.
Pero aún queda mucho para
acabar con la pandemia, y mientras se continúa con el plan de vacunación
previsto con la finalidad de alcanzar la inmunidad colectiva cuanto antes,
seguimos conociendo estudios e investigaciones que pueden arrojar aún más luz
al asunto.
Así, hemos sabido
que investigadores de la Escuela de Ingeniería Molecular Pritzker (PME) de la
Universidad de Chicago, en Estados Unidos, han diseñado un tratamiento
potencial para la COVID-19 completamente nuevo, basado en nanopartículas
capaces de capturar el SARS-CoV-2 dentro del cuerpo. Y, luego, usar el
propio sistema inmunológico para destruirlo.
Estas
nanopartículas atraen el virus imitando las células diana, que son las células
que infecta el virus. Cuando el virus se une a estas nanopartículas, son
capaces de secuestrar el virus de otras células y atacarlo, con la finalidad de
que el sistema inmunológico termine por destruirlo.
En teoría, estas nanopartículas
podrían también ser utilizadas en variantes del virus, lo que conduciría casi
sin ninguna duda a una nueva forma potencial de inhibir el virus en un futuro.
Aunque la terapia aún se
encuentra en las primeras etapas, los científicos creen que podría ser
administrada mediante un aerosol nasal como forma de
tratamiento para la COVID-19.
Diseñando
la trampa perfecta
Para diseñar estas
nanopartículas, los investigadores llevaron a cabo pruebas rigurosas para
demostrar que funcionan. Para ello, examinaron el mecanismo que utiliza el
SARS-CoV-2 para unirse a las células: una proteína en forma de espiga, ubicada
en su superficie, que se une a una proteína del receptor ACE2 de la célula
humana.
Para crear una trampa capaz de
unirse al virus de la misma forma, los investigadores diseñaron
nanopartículas con una elevada densidad de proteínas ACE2 en su superficie,
además de otras nanopartículas con anticuerpos neutralizantes en sus
superficies, que se crean en el interior del cuerpo humano cuando alguien está
infectado.
Aunque la idea no es nueva, ya
que tanto las proteínas ACE2 como los anticuerpos neutralizantes se han usado
en tratamientos para la COVID-19, sí es novedoso unirlos a nanopartículas,
gracias a lo cual se ha creado un sistema mucho más robusto, capaz de
atrapar y eliminar el
virus.
Estas nanopartículas,
fabricadas con polímeros y fosfolípidos, cuentan con alrededor de 500
nanómetros de diámetro, siendo bastante más pequeñas que una célula. Y esto es
realmente positivo, dado que significa que las nanopartículas pueden llegar a
más áreas en el interior del cuerpo, atrapando al virus de forma más efectiva.
Los científicos probaron la
seguridad del sistema en un modelo de ratón, y no encontraron toxicidad.
Luego, probaron las nanopartículas contra un pseudovirus, que consiste en un
modelo menos potente de un virus que no se replica, en células de pulmón humano
en placas de cultivo de tejidos. Y descubrieron que podían bloquear
completamente la entrada a las células.
Una vez que el pseudovirus se
adhirió a las nanopartículas (lo que ocurrió apenas 10 minutos después de la
inyección), usaron una molécula que llama a los macrófagos del cuerpo para
engullir y degradar las nanopartículas. Así, 48 horas después, las
nanopartículas se aclararon y degradaron.
Un
posible tratamiento futuro
Los científicos esperan
continuar probando el sistema, incluyendo más pruebas con virus vivos y, sobre
todo, en las diferentes variantes del SARS-CoV-2 encontradas hasta el momento.
Dado que estas nanopartículas
pueden ser moduladas fácilmente, es posible modificar distintas proteínas o anticuerpos, o apuntar a distintas células
inmunes, en función de lo que se necesite con las nuevas variantes.
Luego, pueden almacenarse en un
congelador estándar y, finalmente, podrían ser administrados a través de un
aerosol intranasal, lo que ofrecería la ventaja de colocarlos directamente en
el sistema
respiratorio, haciéndolos todavía más efectivos.
Además, los científicos también
confirman que, optimizando la formulación, sería posible convertir el
tratamiento en una vacuna, desarrollando un sistema terapéutico
definitivo para el virus.
Por Christian Pérez
Fuente: Muy Interesante
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