Los acentos fueron obviados por cuestiones tecnicas.
El sistema olfativo, junto con el gustativo, permite interpretar, recibir y definir las señales quimicas, un sentido con el que podemos distinguir 10.000 aromas diferentes, saber lo que se esta cocinando al entrar por la puerta de casa, comprobar el estado de un alimento e incluso, para narices expertas, reconocer un buen vino.
Hasta ahora, solo habia sido un privilegio de seres vivos que en el caso de los humanos contribuia a diagnosticar enfermedades como la diabetes por el aliento dulzon de los pacientes, un procedimiento que ha sido perfeccionado con el tiempo gracias a los avances de la ciencia, los mismos que hoy nos permiten hablar de
e-noses o narices electronicas.
Una realidad que hace menos de 20 años hubiese parecido ciencia ficcion y que ya esta siendo empleada en la industria farmaceutica, cosmetica, alimenticia, mensajeria y sistemas de seguridad, mediante sensores electronicos que responden de forma diferente ante distintos componentes quimicos a los que se exponen.
El primer ejemplo lo encontramos en 1982, gracias a Krisha Persaud y George Dood, creadores del primer sensor especifico para el reconocimiento del olor, aunque las investigaciones iniciales datan de los primeros años de la segunda mitad del siglo XX, sin embargo, no seria hasta 1988 cuando fuese denominado como tal por Julian Gordner.
Su precio ha sido desde entonces demasiado elevado y en la actualidad puede oscilar entre los 5.000 y los 100.000 dolares, lo que supone un nuevo reto para los investigadores que llevan años buscando la forma de reducir los costes que permitan la integracion de los circuitos de procesado y los elementos quimicos de percepcion y reconocimiento, algo que intentaron en un primer momento aplicando tecnicas de semiconduccion industrial tradicionalmente utilizadas en el
proceso CMOS, sin exito.
La nueva esperanza esta basada en los polimeros conductores, que permitirian abaratar el producto y hacerlo mas asequible para el publico en general, poniendo como fecha maxima el 2020, cuando las e-noses deberian estar disponibles por menos de un euro, aunque sin duda, lo mas interesante son sus aplicaciones, que en combinacion con dispositivos interactivos y destinadas al consumo general, podrian, por ejemplo, colocarse en la nevera para detectar de forma automatica cuando la leche esta mala.
De hecho, ya han aparecido en el mercado productos como
SensorFresh, aunque todavia no esta integrado en los electrodomesticos habituales, este aparato manual te avisa del estado en el que se encuentra la carne. Ya no hay excusa para indisposiciones, malas digestiones o desagradables sorpresas al comer.
“A raton con buen olfato, nunca lo sorprende el gato”.
Fuente: Ieee Spectrum (Volumen 45)
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