Neonatólogos, intensivistas y anestesiólogos, los que más faltan; hay varias
iniciativas provinciales para ofrecer trabajo; alerta por los riesgos que
implica la escasez en distintas áreas de atención
Una médica y una residente trabajan juntas en la sala de neonatología del
hospital Misericordia, de Córdoba. Foto: DIEGO LIMA
CÓRDOBA. - No es un problema nuevo, pero se agudiza. En un país en el que
egresan unos 4800 médicos por año, hay una carencia de especialistas, sobre todo
en el interior, que no logra resolverse. Faltan neonatólogos, anestesiólogos y
expertos en terapia intensiva. Cada distrito busca "seducirlos" de modo
distinto. En Buenos Aires, más de cien municipios ofrecen un "paquete
motivacional"; en Catamarca, se les adjudica un plan de viviendas a quienes se
radiquen en los pueblos.
En Neuquén se ofrecen casa, plus salarial, estabilidad laboral y capacitación.
Neonatólogos, intensivistas y anestesiólogos son tres de las carencias más
urgentes. La dificultad es peor en las provincias que en la Capital Federal y
más grave todavía en el interior del interior.
En el país hay 166.000 médicos (3,9 por cada 1000 habitantes), según datos de la
Organización Mundial de la Salud. El número está cabeza a cabeza con el de
Italia, ambos, los más altos del mundo.
"No
faltan profesionales, el problema es que no están bien distribuidos ni
geográficamente ni por especialidad", dice a LA NACION Marcelo Yorio,
decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba,
donde se dictan 44 posgrados certificados por la Coneau y se forman
profesionales de todo el país.
En Córdoba hay 5,16 médicos cada 1000 habitantes; en la ciudad capital, el
número salta a 9 cada 1000, y en el Noroeste, 1 por 1000, situación equiparable
con la de provincias como Chaco, Misiones y Santiago del Estero.
"La mayoría elige las grandes ciudades para ejercer -agrega Yorio-. En muchos
pueblos ya bendicen tener un médico, ni siquiera pretenden contar con un
traumatólogo o un dermatólogo."
No sólo faltan especialistas, sino que además la cantidad de enfermeras está muy
por debajo de lo conveniente. Mientras los indicadores internacionales marcan
que el número ideal sería de 4 por cada médico, en el país hay 180.000, lo que
establece una relación de 1,2.
Gustavo
Traballini,
presidente de la Asociación de Clínicas y Sanatorios (Aclisa) de Córdoba, admite
que -ante la falta de especialistas de áreas críticas- hay "robo" de
profesionales entre los establecimientos.
Señala que las prestadoras privadas llevan tiempo advirtiendo a las autoridades
académicas y de salud sobre la necesidad de soluciones, ya que la formación
lleva tiempo y el pronóstico es "malo". La profundización del inconveniente se
refleja en las vacantes para las residencias de determinadas especialidades que
no se cubren.
A fines de 2016, un informe del Ministerio de Salud de Buenos Aires señaló la
falta de ofertas para cubrir casi 300 cargos de clínica, pediatría,
neonatología, obstetras y licenciados en obstetricia (parteros) en los
hospitales del sistema provincial. Las localidades de menos de 3000 habitantes
son las más complicadas.
En ese contexto, se instrumentó el proyecto Quiero Ser Residente junto con los
municipios, para resolver el déficit de especialistas, sobre todo en materia de
salud materno-infantil, salud mental, trauma y enfermería. Para este año todavía
no está disponible la información de cupos.
El programa propone a los municipios que ofrezcan estímulos económicos que
complementen la beca que paga la provincia, vivienda y trabajo para el cónyuge y
capacitación permanente.
Problema extendido
En Córdoba el año pasado alrededor del 27% de los concursos para "especialidades
críticas" quedaron sin cubrirse. El ministro del área, Francisco Fortuna,
entiende que los sistemas de educación y capacitación deben revisar "su
predisposición a trabajar para el perfil de médico" que requiere el país.
Las distintas fuentes consultadas por LA NACION coincidieron en que hay una
multiplicidad de factores en la preferencia de los profesionales a la hora de
elegir su especialización: condiciones de trabajo, posibilidades de capacitación
y potencialidades para la familia son las básicas. "Tiene que haber percepción
de futuro -resume Yorio-. No todo es económico; ese factor solo no alcanza."
El senador catamarqueño Jorge Solá Jais advierte que cuesta "mucho" la
radicación de médicos en las localidades chicas. "Hay dificultades para el
acceso a la salud que incluyen la distancia respecto de los grandes centros
urbanos, la baja densidad poblacional, la escasez de recursos humanos
entrenados. Se produce un vacío de profesionales que perjudica al sistema de
sobremanera", sostiene.
El Colegio Argentino de Terapia Intensiva (Cati) entiende que la carencia de
especialistas es un "peligro nacional". Para la entidad, en los últimos años se
triplicó el faltante, y afirman que el sistema está en "colapso".
No sólo se suman menos profesionales que los que se necesitan, sino que además
la mayoría de los que ejercen tienen más de 50 años y a mediano plazo se
retirarán. Además, por las condiciones laborales, muchos abandonan los puestos o
deciden no concluir la especialidad.
Según datos de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (Sati), en el país hay
unas 900 unidades de cuidado intensivo y unas 10.000 camas. La recomendación
internacional es que haya un especialista cada 7; la Sati tiene 2200 asociados,
no tiene el dato cierto de cuántos son en total, pero sí de que existen los
suficientes.
Coberturas críticas
Jorge Leiva,
delegado de la Sati, califica de "inmenso" el déficit. La terapia intensiva era
una especialidad secundaria que implicaba siete años de formación, tiempo que
"diezmó" el interés; después se convirtió en especialidad "básica" (menos
tiempo) y -dice Leiva- hubo unos años de impulso, pero pasaron "rápido y muy
pocos quieren seguir".
"El intensivista vive de guardia -sigue-. Hoy los jóvenes deciden de manera más
fría, eligen especialidades más tranquilas, con horarios y más redituables." A
su criterio, hay que "humanizar" la tarea con horarios más reducidos (por caso,
guardias de 12 horas), posibilidad de jubilación anticipada y más confort en los
lugares de trabajo (una sala, un dormitorio). Además de mejores sueldos.
Los neonatólogos son otros especialistas escasos. Luis Ahumada, titular de la
Sociedad de Pediatría de Córdoba, señala que en la última década mermó el
interés por la pediatría, la neonatología y la terapia intensiva pediátrica.
"Formar un neonatólogo lleva entre cinco y siete años; quien se dedica pretende,
al menos, ganar más. Es una especialidad crítica de alto estrés, expuesta a
juicios y con pocas perspectivas de cambio en el tiempo. Tiene todas en contra,
por lo que hay que buscar fuertes incentivos laborales; siendo pediatra se
termina ganando más y con menos situaciones extremas a atender", describe.
El hospital zonal de Choele Choel, en Río Negro, ofrece 60.000 pesos mensuales y
vivienda a pediatras que quieran trabajar en el lugar. Alicia Zelarayan,
directora de la institución, contó que se suceden las renuncias de los médicos.
De ese hospital dependen otros cinco más pequeños, que tienen sólo médicos
generalistas, que también son escasos.
Desde la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la Argentina
aportan que el problema es "complejo" y empezó "hace varios años". Sostienen que
la feminización de la medicina hace que las especialidades que requieren largos
viajes, atender emergencias, hacer 24 horas de guardia y en ambientes violentos
tengan cada vez menos postulantes.